[La sabiduría de Salomón] Cómo proteger tu matrimonioMuestra

Dios no tiene nada bajo la manga

¿Alguna vez te han engañado? Tal vez fuiste engañado por un niño que te hizo una broma o fuiste engañado por un esquema de mercadotecnia piramidal o por un pésimo contrato de financiamiento. Tales experiencias conducen a ese sentimiento de: «¿Cómo me dejé engañar?». Entonces, haces todo lo posible para salirte de ese trato o esquema. Salirte podría ser caro, pero el coste de mantenerlo podría ser mucho peor.

Así es como funciona el mundo cuando se trata de tu pureza. Al crecer, escuchamos que el sexo prematrimonial, las aventuras de una noche o unas locas vacaciones de primavera son las mejores cosas de la historia. La idea de permanecer puro antes del matrimonio y ser fiel después del matrimonio, se considera casi imposible en nuestro mundo. Estamos rodeados de anuncios que nos hablan de todas las «cosas buenas», pero nunca nos leen las advertencias ni nos dicen los efectos secundarios o el costo real de ceder a la tentación.

El pecado, el mundo, nuestra carne y el diablo nos atraen con la miel más dulce, pero olvidan mencionar que nos dejan con culpa, vergüenza y remordimiento. Nos enfocamos tanto en el pasto verde de cualquier otro lado que nos perdemos las bendiciones del Señor: el esposo, la esposa y la vida que está justo frente a nosotros. ¿Por qué sucede esto? Probablemente se deriva del hecho de que el matrimonio requiere trabajo, mientras que las aventuras de una noche prometen alegría sin esfuerzo. Preferimos las cosas que son rápidas y fáciles.

Nuestro buen Padre conoce nuestras tendencias. Él sabe que elegimos el camino fácil. Sabe que nuestros ojos vagan. Sabe que nuestros corazones también divagan. Por eso Jesús habla de calcular el costo, refiriéndose a la vida cristiana. Tu caminar con Dios afecta cada área de tu vida. Cuando lo estás buscando sabes que no importa cuánto trabajo se necesite, valdrá la pena. Ves sus bendiciones y estás agradecido por ellas. Entonces, cuando el mundo te promete «vida», automáticamente sabes que esa promesa en realidad es de muerte. Sabes que lo excelente lleva tiempo. Te contentas con la vida con la que Dios te ha bendecido para disfrutarla.

Él puede sacarte de tu desastre, donde quiera que estés. Jesús pagó por tus pecados. Pagó por esas noches de las que más te arrepientes. Cristo pagó por esos mensajes de texto, esas llamadas, esos mensajes privados que quieres olvidar que alguna vez sucedieron. Él nos llama a alejarnos del pecado y, en cambio, a correr tras Él, el Autor y Consumador de nuestra fe.

Pensamiento para hoy: ¿Qué mentiras has creído? ¿Qué pecados quieres confesar a Dios ahora mismo? ¿Qué tentaciones necesitas resistir para mantener fuerte tu matrimonio?