¿Quién? Es JesúsMuestra

Jesús es el Señor

Filipenses 2:11: Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

¡Jesucristo es el Señor! Esto es lo que nos invita a confesar este versículo, pero más que una confesión de labios, debería convertirse en una verdad en nuestras vidas. El hecho de que Jesús sea nuestro Señor quiere decir que Él es quien se enseñorea sobre nosotros. Una forma fácil de comprender qué significa tener a Jesús como Señor, la encontramos en Gálatas 2:20 cuando Pablo dice: “... ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí” (TLA). “Ya no soy yo el que vive” significa, para nosotros, que aceptar el señorío de Jesús en nuestras vidas es morir a nuestros propios deseos, nuestros anhelos y voluntad, para aceptar los deseos, anhelos y voluntad de aquel que vive ahora en nosotros, descansando en la promesa que encontramos en Isaías 55:8-9 donde “Dios dijo: «Yo no pienso como piensan ustedes ni actúo como ustedes actúan. Mis pensamientos y mis acciones están muy por encima de lo que ustedes piensan y hacen: ¡están más altos que los cielos! Les juro que así es” (TLA). Una de las características que más me conmueven de Jesús es Su humildad, ya que, aun después de haber recibido un nombre que es sobre todo nombre y la promesa de que toda lengua confesará que Él es el Señor, sigue apuntando hacia el Padre para que sea Él (el Padre) quien se lleve toda la gloria. Y que grandioso es que nuestro Señor no sea uno que esté buscando su propio beneficio, ni pretenda que le sirvamos sin habernos servido a nosotros primero, ni busque recibir de nosotros obediencia sin haberse hecho primero obediente hasta la muerte, ni quiera recibir nuestra honra sin haber honrado primero al Padre. Por estas razones, e innumerables razones más, hoy voy a declarar que mi Señor ¡ES JESÚS!

Oración:

Jesús, hoy declaro que tú eres mi Señor. Gracias por hacerte pequeño, gracias por hacerte siervo, gracias por tu obediencia al Padre. Hoy reconozco que no hay un nombre más grande que el tuyo y que eres el Señor de mi vida. Ayúdame a ser cada día más como tú y que en todo momento mi vida apunte a darle gloria a nuestro Padre Celestial. Amén.