Libertad De La AdicciónMuestra

La adicción distorsiona nuestra perspectiva y nos lleva a creer que nuestras acciones adictivas nos ofrecen cierta libertad cuando, en realidad, la adicción crea ataduras espirituales y físicas. Todos tenemos libre albedrío, el regalo de Dios para nosotros que nos permite elegir cómo actuaremos. Pero podemos ser engañados y abusar del libre albedrío; Ciertamente lo hice. A través de la adicción, el diablo nos miente diciéndonos que las drogas y el alcohol pueden liberarnos, pero en lugar de liberarnos, la adicción solo nos esclaviza.

A medida que comencé a establecer cierta separación de la adicción, gané claridad y comencé a darme cuenta de la importante distinción entre el libre albedrío y la libertad real. De hecho, soy libre para hacer lo que quiero, pero si estoy usando mi libre albedrío y estoy atado al pecado, ¿soy libre?

La verdadera libertad es cuando sabemos que podemos hacer lo que queramos, pero elegimos conscientemente seguir a Dios y vivir de acuerdo con Sus caminos.

Romanos 6:18 nos dice: “Y habiendo sido libertados del pecado, habéis venido a ser esclavos de la justicia”. Elegir a Dios y obedecesuSus caminos nos permite quitar las cadenas del pecado y de la adicción. Nos une a Él en amor, esa es la Buena Nueva.

El poder de Su Espíritu nos hace libres, y uno de los dones del Fruto de Su Espíritu (Gálatas 5:22-23) es el dominio propio. Cuando Su Espíritu está presente en nuestras vidas, vivimos empoderados y libres de las ataduras de la adicción. Dios no nos creó para ser adictos y alcohólicos. Su plan para nuestra vida fue que vivamos en su presencia liberadora a medida que seamos transformados cada vez más a la imagen de Cristo.

Consejo de oración

Pídele a Dios que te lleve en Su camino, pídele que te enseñe cómo vivir en Su presencia y convertirlo en tu estilo de vida. Pídele a Dios que te rodee de personas que alberguen Su presencia. Pídele a Dios que te muestre cómo buscar Su presencia a través de la oración y la adoración.

Paso de acción

Toma 5 a 10 minutos diarios, incluso ahora, y siéntate y concéntrate en Dios. Agradécele por Su amor por ti, y permite que Su presencia aumente en ti y en tu alrededor. Cuanto más podamos aprender a sentarnos y tener comunión con Él, más fluirá Su presencia liberadora en nuestra vida.