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Tu Biblia (extra)ordinaria

Hace unos 125 años, la mayoría de los eruditos pensaban que la Biblia estaba llena de palabras extraordinarias. El Nuevo Testamento griego tiene alrededor de cinco mil palabras diferentes, y se creía que alrededor de quinientas de ellas eran extraordinariamente únicas. No aparecieron en ninguna otra literatura griega antigua además de la Biblia. Era casi como si, sugirieron los eruditos, hubiera un lenguaje especial para este libro especial. Pero entonces, un día a finales de 1800, dos arqueólogos estaban cavando en un antiguo montón de basura cerca del río Nilo en Egipto. A medida que revisaban trozos de papiro antiguo (recibos, listas de compras, cartas personales, etc.), comenzaron a reconocer algunas palabras, las que pensaban que eran exclusivas del Nuevo Testamento. ¡Primero uno, luego dos, luego docenas, luego cientas! Resulta que el lenguaje de la Biblia era el lenguaje ordinario, que Dios se estaba comunicando con las palabras del mercado y del muelle de pesca. Porque ordinario es cómo Dios obra ordinariamente.

Ese fragmento de la historia me recuerda las palabras de Jesús: "En ese momento, Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque estas cosas las escondiste de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños" (Mateo 11:25). Aparentemente, no necesitabas un doctorado para leer tu nombre en el libro de la vida. Solo simple confianza. Solo la fe de un niño.

Esa es la gracia extraordinaria que puedes encontrar en tu Biblia ordinaria.