La última semana de JesúsMuestra

El silencio de Dios

En esta semana llena de tantos eventos el sábado es particular porque parece vacío comparado a los días previos. Quizá incluso lo podríamos tomar como un día extraño dada la calma que se encuentra en el aire.

Este día los jefes de los sacerdotes y hasta los mismos fariseos fueron a hablar con Pilato. Llegaron a decirle que ellos recordaban que Jesús había dicho en varias ocasiones que resucitaría al tercer día de Su muerte, así que lo mejor sería sellar por completo el sepulcro para que Sus discípulos no llegaran a robar el cuerpo y dijeran que su maestro resucitó tal y como había dicho. Pilato, convencido con este argumento, mandó con ellos a unos soldados para que custodiaran lo mejor que pudieran el sepulcro.

Y esto es todo. Como se mencionó previamente, es muy poco lo que los Evangelios nos narran en torno al sábado. Quizá podríamos intuir que, para las personas que seguían a Jesús, en especial Sus discípulos y Su propia familia, fue un día de mucha angustia, de muchas dudas, porque al día siguiente se suponía que resucitaría, pero ¿y si no pasaba? ¿Y si al final todo era mentira?

En muchas ocasiones los silencios de Dios implican que Él está moviendo las piezas necesarias para cumplir grandes propósitos en nuestras vidas. Los silencios de Dios son particulares pero necesarios en nuestras vidas. No implican en absoluto que Él nos haya abandonado sino más bien que está presente en nuestras vidas pero nos deja un espacio a solas para que también podamos reflexionar sobre nuestras vidas.

Para reflexionar: ¿Alguna vez has pasado por estos momentos de silencio por parte de Dios? ¿Qué has aprendido después de pasar por estos procesos?