La última semana de JesúsMuestra

Ungimiento y traición a Jesús

El miércoles Jesús se encontraba en Betania en la casa de Simón, llamado el leproso. Allí una mujer tomo un frasco de un perfume muy caro de nardo puro y lo derramó en la cabeza del maestro. Algunos de los que estaban ahí se indignaron ante tal acto porque decían que se pudo haber vendido a un precio muy alto para dárselo a los pobres. Gracias al Evangelio de Juan sabemos que Judas fue parte de los “indignados” por lo hecho por esta mujer. Jesús, al ver como criticaron a esta mujer, dijo que la dejaran en paz, más bien el acto que hizo fue hermoso para Él y, donde sea que se predique el Evangelio, se contaría en su memoria de este gesto, como lo hacemos en este momento.

Ahora, volvamos nuestra mirada a Judas por un momento. Él fue a hablar con los jefes de los sacerdotes para ofrecerles un trato que ellos no pudieron rechazar, ofrecerles la cabeza de Jesús a cambio de dinero. Por supuesto, ellos al escuchar semejante propuesta se pusieron muy contentos, así que le ofrecieron 30 monedas de plata.

Si analizamos el acto de Judas podemos concluir que su enorme avaricia nublo su juicio tomando la decisión de entregar a quien le dedico tiempo en formarlo por tres años y medio. Sin embargo, quiero dejarles con algo en mente. Muchas veces nosotros nos comportamos como Judas. A veces las presiones de la vida nublan nuestro juicio y dejamos de lado a Dios por cosas que, a nuestros ojos, tienen más valor, pero que al final, son solo unas pocas monedas comparado con las riquezas que el Padre tiene para nosotros.

Para reflexionar: ¿Alguna vez has dejado a Dios de lado por cosas que a la larga no valieron la pena?