Viviendo Renovado: Confiando en DiosMuestra

Confiar en Dios cuando quieres rendirte

La vida puede ser abrumadora en ocasiones. Puede parecer que una cosa sigue a la otra y los golpes nunca dejan de llegar. En momentos como estos, puede ser difícil ver nuestras dificultades actuales y queremos renunciar. Incluso las personas más llenas de fe tienen un límite. En ese momento, lo mejor que podemos hacer es sentarnos ante Dios.

El Salmo 46 dice, "Estad quietos y conoced que yo soy Dios."

Reducir la velocidad puede ser difícil, especialmente cuando sentimos que todo se derrumbará sin nosotros. Si bien pueda parecer ineficaz, la realidad es que estar quietos no es lo mismo que ser negligente o inactivo. Es un acto de adoración y confianza entregarse por completo.

Cuando estamos quietos, no nos esforzamos. No estamos ocupados tratando de controlar todo y a todos los que nos rodean. En cambio, nos humillamos y dejamos que Dios luche por nosotros. Al estar quietos, permitimos que nuestras mentes se calmen para poder ver las cosas con más claridad. Dios renueva nuestras fuerzas mientras descansamos. Necesitamos pasar tiempo con Dios cuando nos sentimos agotados para que nos ayude a retroceder. A veces también necesitamos ayuda de los demás.

En el libro de Éxodo, se cuenta cómo Moisés llevó a los israelitas a la batalla. Los israelitas tenían la ventaja mientras mantenía su vara en el aire. Los israelitas perdían terreno cada vez que se cansaba y bajaba los brazos. Moisés ya no podía mantener sus brazos en alto. En lugar de rendirse, Aarón y Hur permanecieron junto a Moisés y sostenían sus brazos hasta que los israelitas ganaron la batalla.

No fuimos destinados a ir por la vida solos. Cuando no tenemos la fuerza para seguir adelante, necesitamos personas a nuestro alrededor que nos sostengan. Necesitamos personas que nos inspiren, nos fortalezcan y enriquezcan nuestra fe en formas que no podríamos lograr solos. Cuando tenemos una comunidad centrada en Cristo, nuestros amigos nos dan una perspectiva diferente que aumenta nuestra confianza en Dios. Cuando nos sentimos desanimados, nos ayudan a recordar lo que es más importante: lo que Dios dice de nosotros.

Moisés no estaba preparado para liderar a los israelitas y casi se rindió antes de que comenzara su historia. Temía tropezar con sus palabras y que nadie lo siguiera. ¡Moisés incluso discutió con Dios y le dijo que buscara a alguien más! Dios le recordó a Moisés que fue creado para este propósito y que su boca estaba destinada a hablar, inspirar y guiar a los israelitas hacia la libertad. Dios prometió quedarse con Moisés y darle las palabras adecuadas para hablar en el momento adecuado. Envió a Aarón como su ayudante.

Podemos confiar en esas mismas verdades cuando nos sentimos incómodos. Cada uno de nosotros fue creado por Dios con un propósito. Nada en nuestro diseño es un error. Nos dio todo lo que necesitábamos para estar a la altura de nuestro llamado y prometió nunca dejarnos. Su Espíritu siempre nos guía y está listo para obrar milagros a través de nosotros, para su gloria.

Quizás te sientes exhausto, estresado o incapaz en este momento. Tal vez estás agotado y dispuesto a rendirte. Haz una pausa. Respira hondo y vuélvete a Dios. Él proveerá todo lo que necesites. Si estás cansado, Él te dará descanso. Si estás desanimado, Él te inspirará. Si te sientes débil, Él te dará fuerzas. Él llenará tu copa si estás vacío. Elige creer que Dios es suficiente.

Puede que estés leyendo esto y pienses que no funcionará. Que algunas heridas son demasiado grandes para una sanidad rápida. Si crees que las cosas nunca mejorarán y estás en un ciclo interminable, el enemigo te está mintiendo. Jesús nos dice que Satanás es el padre de toda mentira que viene a robar, matar y destruir. Pero Jesús vino a darte vida. Él te ofrece paz, consuelo y gozo. Puede llevar tiempo sentirse completo, pero cree que Dios puede y sanará tu dolor. Encontrarás esperanza cuando eliges apoyarte en Él, incluso en medio de tu dolor.

Aunque con frecuencia no lo parece, todo lo que estás pasando es temporal. Si puedes aprender a mirar tus circunstancias desde una perspectiva eterna, verás que las cosas difíciles por las que estás pasando son solo un parpadeo comparado con el gozo eterno que experimentarás en el cielo. Eso no significa que no haya momentos en los que te sientas cansado, solo o inadecuado. Pero puedes confiar en la promesa de que tu futuro está asegurado y encontrar la fuerza para seguir adelante.