¿Dónde Está Tu Cruz?Muestra

Como creyentes del siglo XXI, la cruz es algo de lo que rara vez escuchamos hablar más en la conversación cotidiana. Casi parece que el Evangelio se ha convertido en una versión encalada de autoayuda y psicología mezclada con una pizca de Jesús. No es de extrañar que la sociedad haya recurrido a un enfoque de vida más centrado en el ser humano, donde podamos gestionar la vida a través de nuestros propios esfuerzos. Esta es la vida que nosotros, como creyentes en Cristo, estamos llamados a dar. En este plan bíblico de 3 días, exploraremos lo que significa seguir el mandato de Jesús de tomar tu cruz y seguirlo.

Nos centraremos en el libro de Mateo, capítulo 16, donde Jesús y Sus discípulos se dedican a sus asuntos cotidianos cuando les pregunta sobre sus creencias básicas con respecto a su verdadera identidad. Este es un lugar apropiado para comenzar a desempacar este pasaje corto pero poderoso. La pregunta: “¿Pero quién dices que soy?” estaba destinada a confrontar la mentalidad de rebaño de los discípulos y sacudirlos de su falta de claridad ( Matt. 16: 15 ).

El Diccionario Merriam-Webster define la mentalidad del rebaño de esta manera:

Mentalidad de rebaño (sustantivo): la tendencia de las personas en un grupo a pensar y comportarse de manera que se ajusten a los demás en el grupo en lugar de como individuos.

Es esencial reconocer nuestra tendencia hacia esta misma mentalidad con demasiada frecuencia, incluso en asuntos pequeños. Es igualmente importante señalar que Cristo no puede ser discernido con nuestro intelecto porque la mente no puede recibir cosas espirituales. La evidencia de este hecho viene en el siguiente verso, donde Pedro responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (versículo 16 ). Jesús responde a Pedro y ancla este punto con su respuesta: “ Bendito seas, Simón, hijo de Jonás porque la carne y la sangre no te revelaron esto, pero mi padre que está en el cielo".

Medita en esta información por un momento. Quiero que sientas el impacto de lo que acaba de suceder. Hubo un encuentro cara a cara con el Hijo del Dios viviente. Aquí estaba el Mesías prometido que los judíos habían estado esperando, pero apareció de una forma inesperada. Caminar entre la gente, partir el pan con pecadores e inadaptados, no era cómo se imaginaban a Su Salvador, y sin embargo, aquí estaba. No había pompa ni circunstancia, solo un sirviente amoroso, compasivo, humilde pero inquebrantable que no se ajustaba a las normas religiosas de la época. Para aquellos que estaban mirando, esta era una oportunidad y una invitación para recibir una actualización en su sistema de creencias.

Todos deberíamos ser tan afortunados de tener un nuevo encuentro con Jesús para revivir y afirmar nuestra fe en Él. Desempacaremos una pieza clave de información aquí durante la lectura del día siguiente.