Día 5 | Una cultura familiar

Todas las familias tienen una cultura.

Podemos entender “cultura” como lo que todos asumimos que es “normal”. Por ejemplo, mientras que en un hogar el tratarse a los gritos puede ser normal, en otro, la resolución respetuosa de los conflictos puede serlo. Hay elementos de nuestra cultura familiar negativos que no cambiarán por sí solos.

Si queremos una cultura familiar que glorifique a Dios, debemos ser intencionales en construirla.

Cuando esta es sólida y cimentada en la Palabra de Dios, les provee a los integrantes de la familia un sentido de identidad y pertenencia. Josué nos da un ejemplo en el texto valioso. Como él, podemos afirmar la identidad de los nuestros con frases como: “hijo, tú haces parte de esta familia, ese comportamiento negativo no se alinea a tu identidad. Eres un Gómez, y los Gómez servimos a Dios.”

Aunque a veces lo más fácil sería criticar a nuestra familia por sus falencias, y bendecirnos los unos a los otros puede parecer un acto de fe más profético que una realidad, debemos decidir creerle a Dios cuando nos dice que hay poder de vida y muerte en nuestras lenguas.

La pregunta es: ¿queremos construir o destruir con ese poder?