FUEGO AMIGOMuestra
Necesitamos entender que estamos en GUERRA.
Mencionar ataque a cristianos, a nuestros valores, a la vida y a las personas.
No hay tiempo para discutir por tonterias. Tenemos un enemigo, que vino a robar, matar y destruir. Pero nuestro mayor aliado, Jesucristo, vino para traer vida y vida en abundancia.
¿Qué pasaría si como Iglesia dejamos el fuego amigo?
Tal vez tu experiencia en la Iglesia es algo similar a esto:
“En la Iglesia me lastimaron, entiendo lo que dices, pero esa persona que decía creer en Dios me hizo TAN mal”.
Sí, hay iglesias tóxicas. Pero también hay iglesias saludables, lo que no hay son iglesias perfectas.
Sí, hay líderes tóxicos, pero también hay líderes saludables, lo que no hay son líderes perfectos.
Nuestro Maestro nos enseñó la manera de salvar una relación, de unir lo que está dividido y de restaurar lo que está roto.
Jesús no esperó que la unidad surgiese, Jesús provocó la unidad.
¿Y cómo lo hizo?
Tomando una toalla y una palangana con agua, y disponiéndose a lavar los pies de Sus discípulos.
Enseñándonos que la unidad no surge, la unidad se construye.
Enseñándonos que la unidad no es una idea, un discurso o una filosofía, la unidad es una acción.
Enseñándonos que la unidad no es un papel firmado con acuerdos de derechos y obligaciones, la unidad es una nueva manera de ver a las personas que te rodean.
La unidad es un cambio de perspectiva respecto a tu compañero, tu esposa, tu padre o tu hermana.
Es dejar de verle desde arriba hacia abajo, y comenzar a verle desde abajo hacia arriba, mientras estás de rodillas frente a esa persona y tienes sus pies sucios en tus manos.
Es mirarla desde los pies a la cabeza, mientras te dispones a lavárselos.
Esta es la clave de la verdadera unidad. No hay otra manera de hacer que una relación perdure. En las crisis. En las diferencias. En las ofensas.
¿Te diste cuenta de que Jesús lavó los pies de unos discípulos que unas horas después iban a usar esos pies para correr y abandonarle?
Y Jesús lo sabía.
Cuando Jesús lavó los pies de Sus discípulos, no solo echó agua sobre ellos, brindó gracia para sus ofensas futuras.
Decidió perdonarlos antes de que le fallen, les brindó gracia, incluso antes de que lo ofendan. Y eso los trajo de vuelta a Jesús, a excepción de Judas, que decidió rechazar la gracia que se le ofreció.
Ser como Jesús es aprender a perdonar a aquellos que nunca se disculparon.
Todos pecamos. Todos nos equivocamos.
Pero Jesús le preguntó a una mujer atrapada en adulterio, que iba a ser apedreada por las locuras de esa época: “¿Dónde están tus acusadores?”
Porque sus acusadores, tiraron las piedras uno por uno y se fueron, al ver al Maestro de la humanidad restaurarla.
Hay un solo acusador. Hay uno solo que dispara fuego contra los cristianos, dardos buscando matar, robar y destruir… y es el enemigo. No seamos usados como instrumentos de él.
Es imposible tirar piedras cuando estás lavando pies.
Si estás tirando piedras:
- Hablando mal de otros.
- Fallando a tus promesas.
- Mintiendo.
- Lastimando la Iglesia.
No estás lavando pies.
El fuego amigo tiene finales muy trágicos, pero inicios cotidianos.
Trabajemos en nosotros, perdonemos, pidamos perdón y lavemos pies.
Escrituras
Acerca de este Plan
El fuego amigo, es uno de los recursos más utilizados por el enemigo, para detener los planes de Dios en tu vida y en la de quiénes te rodean.
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Nos gustaría agradecer a Leo Genobar por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.caudaldevida.com/