[Singularidad de Cristo] El rol único de JesúsMuestra

La singularidad de Jesús ha marcado la historia de la humanidad

Desde el principio de los tiempos, Dios deseó tener una relación estrecha con nosotros. Por esta razón, el Hijo fue enviado al mundo con un propósito único que ningún otro ser podía cumplir: Nuestra redención y salvación eterna mediante Su muerte en la cruz.

En los Evangelios, que narran la vida de Jesús y de los diversos encuentros que tuvo con la gente, Jesús declaró claramente Su propósito. Lo hizo en varias ocasiones a Sus discípulos, a los líderes religiosos y al pueblo. Él mismo les dijo quién era: el Mesías, el Ungido.

Antes de iniciar Su ministerio, Jesús llevaba una vida normal, como cualquier hombre común y corriente. Así le conocían Sus vecinos, Sus hermanos y la gente de Su entorno.

Sin embargo, en el momento en que comenzó Su ministerio, fue necesario que Jesús diera a conocer a Sus allegados el papel que el Padre le había encomendado. Lo hizo en la sinagoga. Tras leer una profecía de Isaías, Jesús dijo: «Esta Escritura se ha cumplido hoy ante vosotros», mostrando a la gente que Él era Aquel de quien hablaba la profecía.

Al comienzo de Su ministerio, Jesús tuvo que dejar claro que Él era Aquel del que hablaban todas las profecías del Antiguo Testamento. Era Aquel a quien los judíos esperaban como Mesías.

Juan el Bautista necesitaba escuchar y verificar esta verdad del propio Jesús. Por eso envió a dos de sus discípulos a preguntarle si Él era el Mesías o si tenían que esperar a otro.

Jesús le envió un mensaje: Que viera los milagros y señales que realizaba y el mensaje que proclamaba de que el Reino de Dios se había acercado. Para Jesús, esta era la prueba que Juan el Bautista necesitaba oír: que Jesús realmente era el Mesías largamente esperado del que hablaban las Escrituras.

Incluso después de Su muerte y resurrección, Jesús siguió demostrando y declarando que Él era el Mesías. Lo vemos en el encuentro de Jesús con los que iban en camino a Emaús. Jesús les preguntó: «¿No debía sufrir el Mesías todas estas cosas?».

Junto con Su identidad, Jesús afirmó la posición que el Padre le había dado desde el principio. Esto fue en beneficio de todos los que creyeron entonces y de todos los que creen en Él hoy.

Gracias, Señor, por enviar a Jesús, el Mesías, el Ungido, el Cristo, ¡el que fue capaz de dar Su vida por mi salvación!