[Singularidad de Cristo] La petición única de JesúsMuestra

El cuerpo de Cristo: la Iglesia

Jesucristo es único y todas las cosas que hizo también tienen esa característica. También Su petición es única: pidió que no tratáramos de comprender lo que ocurrió con Su cuerpo.

Jesús sufrió quebrantos en Su carne, que dieron lugar a un nuevo camino para nosotros: el camino hacia Dios, la posibilidad de ser justificados y de tener acceso a Su presencia.

A través de la perforación, el desgarro y la flagelación del cuerpo de Cristo, se hizo posible el nacimiento de algo nuevo. De la fealdad de lo que le hicieron a Jesús nació la belleza del cuerpo de Cristo: la Iglesia, el cuerpo de los creyentes, nosotros.

En el libro de Romanos, el Apóstol Pablo afirma que la Iglesia está formada por creyentes, que cada uno de nosotros somos distintos miembros de ese gran cuerpo y que todos nos pertenecemos. Sin el quebrantamiento del cuerpo de Jesús, no podríamos salvarnos individualmente ni como grupo. Como cuerpo de Cristo, tenemos en común que Jesús fue quebrantado y Su sangre fue derramada por nosotros. Esto es lo que nos une.

En sus cartas a los Corintios, Pablo escribe que el cuerpo de Cristo también está roto por las muchas tribulaciones que vive; que está abatido, perseguido, atribulado, pero no destruido; que siempre lleva las marcas de la muerte del Señor Jesucristo, para que Su vida se manifieste en nosotros.

El cuerpo de Cristo es la imagen y el reflejo del cuerpo real de Cristo. Fuimos creados a esa semejanza y, para reflejarla, ya no vivimos para nosotros mismos. Nuestra vida tiene ahora un nuevo sentido; nuestro centro es Jesús. El acceso a ese centro es la cruz y todo el universo gira en torno a ese centro. Cuando alineamos nuestra vida con la cruz, ya no vivimos para nosotros mismos, sino para Él. Entonces podemos guiar a otros para que alineen su vida con ese centro, de modo que se manifieste la belleza del Cuerpo de Cristo. Podemos ser la imagen de Cristo para el mundo y dar vida a los demás a través de Él.

Debemos preguntarnos: ¿Qué ve el mundo en nosotros? ¿Ven el cuerpo de Cristo? Ese debe ser nuestro objetivo, que cada persona pueda ver a Jesús y Su sacrificio a través de nosotros.