La Sombra del CorazónMuestra

Piensa en esto. ¿Si la historia de Job hubiera finalizado en el capítulo 38 cuando Dios salió a su encuentro en medio de la tormenta? Y la conclusión a la que llego es que por más de que su espíritu hubiera sido restaurado, habría quedado algo pendiente en el corazón de Job. Gracias a Dios, el libro de Job se extiende hasta el capítulo 42. Y en esas porciones, Job recuperó todo lo que perdió; es decir, sus posesiones, su familia y su salud.

“El Señor lo hizo prosperar de nuevo y le dio dos veces más de lo que antes tenía” (Job 42:10).

“Tuvo también 14 hijos y 3 hijas” (Job 42:13).

“Después de estos sucesos Job vivió 140 años. Llegó a ver a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Disfrutó de una larga vida y murió en plena ancianidad” (Job 42:16-17).

Dios no permitió que la sombra permaneciera por mucho tiempo en el corazón de Job, y arrojó luz sobre esa parte oscura de su alma. Tal es así que en uno de sus discursos, Job llegó a decir: “Pone al descubierto los más oscuros abismos y saca a la luz las sombras más profundas” (Job 12:22). Y las sombras más profundas del corazón de Job fueron iluminadas por la luz del Santísimo.

Dios es luz, Él no cambia como los astros ni se mueve como las sombras (Santiago 1:17). Quisiera que en este mismo instante, medites en los pasajes que dicen que Dios es luz, y los relaciones con tus sombras. Sentirás cómo Dios ilumina tu corazón, y toda sombra desaparece en un abrir y cerrar de ojos.

“El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?” (Salmo 27:1).

“Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas” (Juan 12:46).

“Ya no habrá noche; no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios los alumbrará” (Apocalipsis 22:5).

Piensa en esto. Si la Biblia nos ha anticipado que nos presentaríamos delante del Dios Todopoderoso sin mancha ni arrugas, ¿estaría bien que tú te presentaras así como te encuentras al día de hoy? Si tu respuesta es “no”, entonces deja que Dios arroje luz sobre la sombra de tu corazón. No abraces tu sombra, sal de las tinieblas, deja atrás toda oscuridad, y ven a los pies de Dios que ilumina las partes más profundas de tu corazón. Cuando eso suceda, no solo no habrá sombra, sino que te convertirás en una persona que resplandece esa luz divina a los demás. “¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre tí! Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre tí; ¡sobre tí se manifestará Su gloria! Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes, por tu amanecer esplendoroso” (Isaías 60:1-3).

¡Sonríe!

¡Vive pleno la vida!

¡Goza del favor de Dios!

¡Eres un hijo, una hija de Dios!

A partir de hoy, ya no relacionarás más la sombra con algo que quedó pendiente en el pasado, sino con la sombra de las alas del Dios Todopoderoso. “A la sombra de tus alas cantaré, porque tú eres mi ayuda” (Salmo 63:7).