La Sombra del CorazónMuestra

Al meditar el libro de Job, observamos que la palabra “sombra” se repite a lo largo de sus capítulos (Job 3:5; 10:21; 10:22; 12:22; 34:22; 38:17; 40:22). Proverbios 6:2 advierte: “Si te has comprometido verbalmente, enredándote con tus propias palabras”. Esto quiere decir que a través del vocabulario de Job podemos discernir que su corazón estuvo dominado por la oscuridad. Sobretodo, frases como “que una nube lo cubra con su sombra” (Job 3:5) son un fiel reflejo de su sufrimiento.

¡Aquí es necesario remarcar algo importante!

La sombra del corazón no es un pecado.

La sombra del corazón no es una herida.

La sombra del corazón no es un recuerdo trágico.

La sombra del corazón no es un trauma.

¿Entonces, qué es? La definición sería algo que quedó pendiente, que se quiso en su momento, pero que no se pudo por X motivo, y quedó marcado en el corazón. No llega a ser una herida o un trauma, pero que está allí presente y escondido, guardado en un rincón del alma, y de tanto en tanto, sale a la luz, pero no es positivo ni agradable. Si hay algo que siempre quisiste hacer, pero que no pudiste porque tu pasividad te impidió, un factor externo te jugó en contra o una persona te limitó, entonces eso queda grabado en el corazón de uno en formato de sombra. Y era eso justamente lo que Job tenía.

En Oriente, el hecho de manifestar lo que uno piensa o quiere no está bien visto. Por lo general, los asiáticos solemos decir “no”, pero no para rechazar un ofrecimiento, sino por respeto al otro. El tema es cuando esto se vuelve un hábito, y la persona no puede exteriorizar lo que desea en ningún momento de su vida, pues esto se vuelve una sombra, y si no se trata a tiempo, todo esto que se acumula en el interior puede manifestarse en el futuro incluso en alguna dolencia física.

Pero para ser francos, más que un tema cultural, se trata de algo estrictamente espiritual. Por lo tanto, recupera esa libertad que hay en Cristo. Rompe las cadenas de la opresión. Quita los yugos del qué dirán. Vivimos en este mundo en nuestra condición de hijos de Dios, y nuestro Padre Celestial no quiere que pasemos nuestros días en la Tierra en medio de lamentos ni sombras.