¿Cómo Reaccionas Ante La Ofensa?Muestra

¿Qué tanta verdad puede haber?

Es necesario entrenarnos en la capacidad de filtrar las críticas, no podemos ser frágiles ante los ataques del enemigo. Muchas veces él va a utilizar a las personas más cercanas para intentar dañarnos y no podemos caer en su trampa; de hecho, en ocasiones podrá influenciar a nuestros propios hermanos de la fe y con mayor razón debemos estar alertas porque lo que va a pretender es dividirnos y está en nosotros ejercer la madurez que tenemos según la identidad de Cristo para evitar que eso suceda. Cuando la crítica viene disfrazada de ofensa a través de un hermano, es porque este hermano de alguna manera ha abierto puertas a la amargura en su corazón, a la falta de perdón y a la carga no manifiesta pero sí reprimida y que el enemigo va usar para que la saque a la luz normalmente a través de la ofensa y en la mayoría de las ocasiones en público para intentar ridiculizar a aquella persona con quien se siente cargado.

Por la incapacidad de ser genuino y expresar abiertamente lo que siente, deja acumular en su corazón una cantidad de escombros que tarde que temprano saldrán a la luz y lo más probable es que no de la mejor manera. Es decir, nadie amanece diciendo: "Hoy voy a ofender a Pedrito", es algo que se ha venido alimentado poco a poco hasta que llega el día en que tiene que expresarse. Aquí se denota la importancia de perdonar, una y otra vez, cuántas veces sea necesario para evitar que en el corazón crezcan raíces de amargura. El perdón, una de las mayores manifestaciones del verdadero amor.

La tarea más difícil la tiene quien recibe la crítica que viene detrás de la ofensa; en primer lugar, tendrá que hacer un lado la ofensa, las palabras hirientes, las actitudes agresivas e impulsivas, los insultos y demás para poder llegar al fondo de la crítica; de esta forma pasar a la segunda fase, que es determinar si efectivamente esa crítica tiene algo de verdad y qué se debe tomar en cuenta para corregir y mejorar el carácter o si definitivamente es un dardo engañoso que se tiene que desechar, un ataque del enemigo que pretende desviarte y desenfocarte de la Verdad y del propósito de Dios.

En esto consiste madurar, no tiene sentido que siempre que nos ofendan, nos critiquen o recibamos un ataque; nos hagamos las víctimas, cuando quizá todo esto puede ser un instrumento de poder transformador usado por nuestro Padre, para que seamos más como Su Hijo Jesús.