Guía Para ParejasMuestra
DAR Y RECIBIR
Debemos recordar que la satisfacción en el matrimonio llega por muchas vías, pero, sobre todo, por la reciprocidad en la entrega mutua al estar dispuestos a dar y recibir desde la diferencia entre mujer y hombre.
Si solo es uno de los dos cónyuges el que da, el pronóstico no será nunca favorable. Llegará el hastío, la sequedad y el cansancio. Hemos de contribuir para satisfacer las necesidades del otro. La cantidad de palabras y acciones placenteras que queremos recibir estará necesariamente en relación directa con lo que damos y eso requerirá mucho tiempo y esfuerzo. Muchas veces, en este proceso paulatino de dejar de dar tiempo de calidad y cantidad al otro, nos ganan las pantallas. Dedicamos demasiadas horas a las nuevas tecnologías en detrimento de las relaciones interpersonales presenciales e importantes. Todo en la existencia humana tiene su lugar, está bien dedicar tiempo a trabajar en el ordenador o a ver algo en la TV, o usar debidamente las redes sociales, pero el problema llega cuando esa actividad pasa por delante de nuestra vida conyugal y nos roba minutos y horas de relación que, difícilmente, se recuperarán.
Por lo tanto, debemos establecer una importante premisa: El tiempo que pasamos como matrimonio, juntos, sin pantallas, nunca es tiempo perdido. Lo invertimos teniendo presente la ley que se cumple siempre y que nos asegura que lo que damos será lo que recibiremos. Es la ley de la siembra y la siega. Si no sembramos casi nada, será difícil que la cosecha sea abundante. Pero a veces, si todo es monótono, si solo uno de los dos hace el esfuerzo diario de “regar” la planta de la relación y no hay ninguna sensación de reciprocidad, el deseo de estar juntos puede empezar a morir.
Una buena interacción requiere una gran sensibilidad a las necesidades del otro y un esfuerzo importante ante las actuaciones positivas del cónyuge, teniendo muy presente la necesidad de dar tiempo al otro para este cometido. Por eso me gusta mucho la frase que dice: “Redimiendo el tiempo”. Redimir es “comprar” pagar un precio de alguna manera. El tener tiempo juntos de calidad, en cantidad, va a tener un coste. Ya hemos dicho que tendremos que abandonar pantallas, pero quizás también otras cosas: Exceso de trabajo, algunos pasatiempos que no nos llevan a ninguna parte, amistades que a lo mejor no nos convienen… o incluso cosas que nos convienen, pero que no deben ser prioritarias. Piensa en cuántas horas a la semana pasas a solas con tu novio/a o con tu cónyuge. Analiza cómo son esos momentos. ¿Es tiempo de calidad? ¿Hay calidez en las acciones y reacciones? ¿Esperas esos momentos con ilusión? ¿Cómo te preparas para vivirlos?
Hemos de recordar que uno de las características más importantes del amor es la benignidad. Por lo tanto, el que ama de verdad no debe hacer daño al otro. Muchas veces cuidamos las palabras con esmero para con los de afuera y olvidamos que la amabilidad debe ser para con todos, y ese “todos” incluye especialmente al propio cónyuge. Cuando estamos juntos, como marido y mujer o novios, debemos evitar a toda costa hacernos daño, herirnos por cualquier cosa, hablarnos mal y menospreciarnos. ¡Empieza a dar! ¡Sé generoso(a)! Debemos intentar ser modelos en este arte de comunicarnos bien y construir correctamente desde antes del matrimonio y desde los primeros años en los que permanezcamos como marido y mujer.
Acerca de este Plan
Dios no quiso que el ser humano viviera en soledad. Nuestro Creador nos creó para vivir en comunidad, en familia. Una parte muy importante de este caminar, es la unión del hombre y la mujer en matrimonio. En este plan de lectura encontrarás tesoros valiosos desde las escrituras hasta la psicología que te servirán para aprender a disfrutar y redescubrir la vida con Dios en el matrimonio.
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Nos gustaría agradecer a Editorial CLIE por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://bit.ly/3uWxyEk