El Dios que RestauraMuestra

¡Exalta al Señor!

Lectura: Lucas 1:46-55

Devocional: Lucas 1:46-50 NVI

Entonces dijo María: «Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí. ¡Santo es su nombre! De generación en generación se extiende su misericordia a los que le temen.

En el Texto

El Magnificat, el himno de alabanza de María, es una expresión sublime de fe en la autoridad soberana y la bondad de Dios. María se regocijó en la bondad de Dios hacia ella y lo alabó por Su poder y santidad. Habló de la oposición de Dios al poder abusivo, el orgullo, la opresión de los vulnerables y Su provisión para los pobres y hambrientos. Reconoció la intención de Dios de exponer los sistemas injustos y los poderes abusivos, una realidad de la que sería testigo en la vida y ministerio de su hijo Jesús.

El himno de alabanza de María sigue el modelo de la oración de Ana en 1 de Samuel 2 y del Salmo 113. Al igual que Ana, se enfocó en la liberación del Señor, en Su santidad y Su poder. Ambas alabaron a Dios por Su liberación de los necesitados y de los pobres y cómo vela por Su pueblo. Aunque Jesús no destruyó los reinos terrenales durante Su primera venida, Él sí destruyó el poder del pecado y de la muerte. María exaltó al Señor incluso mientras esperaba que Él cumpliera todas Sus promesas.

Hoy, seguimos esperando la venida del Señor. Aún nos encontramos en un mundo con personas arrogantes y orgullosas, un mundo de sufrimiento, guerra, pérdida, muerte y dolor. Pero incluso en medio de esto, ¡tenemos gozo! Tenemos gozo porque sabemos lo que viene. Podemos descansar y regocijarnos en todo lo que Él ha hecho y todo lo que Él hará. Y podemos confiar que Él proveerá lo que necesitamos. Envió a Su Hijo para ser nuestro sustituto, y para rescatarnos del pecado y de la muerte. Y, cuando vuelva, reinará como Rey, estableciendo Su justicia y eliminando el dolor y el deterioro del mundo de una vez por todas. ¡Que nuestras almas exalten al Señor!