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Tu Bando Sí ImportaMuestra

Tu Bando Sí Importa

DÍA 2 DE 7

La tragedia del autoengaño.

El pueblo de Israel estaba tan errado en su visión de sí mismo y de Dios, que llega a tres conclusiones trágicas:

  • Bienaventurados son los soberbios.
  • Nada malo les pasa, sino que son prosperados.
  • Tentaron a Dios y escaparon.

El corazón de las personas es engañoso. Nuestra mente lo es. El pensamiento surge en nuestro cerebro, pero obedece a una naturaleza caída que se manifiesta en lo que atesora el corazón y obra en los actos. Nuestras emociones no nos llevan hacia donde debemos. Nos dirigen, más bien, hacia donde queremos: el pecado, errar el blanco, hacia esa independencia malentendida y, por supuesto, la catástrofe en la que termina el camino de quien decide que Dios no es tal, sino solo un monigote dispuesto para nuestro servicio según nuestro antojo.

El Dios del Evangelio, sin embargo, es alguien bien diferente: Él no puede ser burlado. Lo que las personas tienen por tardanza en cuanto a Su actuación o juicio, no es sino la acción de Su misericordia, que sigue dando espacio a la salvación de toda persona, por alejada y envanecida que esté en su propio razonamiento.

Sembrar cardos da lugar a cardos, ¿verdad? Esperar calabacines donde se sembraron cardos sería de locos. ¿Quién gobierna la lógica de la siembra sino Aquel que riega la tierra, Aquel que da fruto a la semilla, Aquel que dio aliento a todo lo que vive, Aquel que regula las leyes de la naturaleza? ¿No será así también con las personas y su forma de vida, ingenuos de nosotros? ¿Pudiera ser que seamos tan necios como para pensar que podemos tomarle el pelo a Dios y que algo se le escapa, cuando ni siquiera uno solo de nuestros cabellos cae a tierra sin Su consentimiento?

Esa es la catástrofe de quien prefiere mentirse. El fenómeno es tan sutil que la víctima ni siquiera se cree autoengañada: le llama “lógica”, “sentido común”, pero no “drama” o “tragedia”, aunque termine en muerte.

La elección de una libertad mal entendida, puesta como sucedáneo en lugar de la bondad del Dios que se dio a Sí mismo, es el peor final posible a una mala película. Los personajes no supieron –o, más bien, no quisieron– escoger el propósito del Director, compusieron su propio guión, su partitura. Eligieron mal el bando en que vivir. No hay tal cosa como imparcialidad en este universo: o estás dentro, o no estás. Con Dios, o sin Él. Toca elegir.

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Acerca de este Plan

Tu Bando Sí Importa

Efectivamente, has leído bien: “bando”, porque hay dos, y no es lo mismo militar en uno que otro. Tema radical en que, incluso los cristianos, podemos pensar en algunos momentos que no hay tanta diferencia entre estar en uno u otro lugar. En este plan examinaremos todo esto a la luz de la Palabra para dar respuestas al relativismo que también nos alcanza en estos días.

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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.com/