7 días de meditación y declaraciones para cada hijo de DiosMuestra

Ser padre

Ha sido mi privilegio y responsabilidad criar a tres hijas. Ahora que las tres han crecido y están casadas, casi terminé mi misión. Pero, me encantó ser el padre de hijas. Y al principio, con cada una de mis niñas, hubo un…momento.

Tiene unos cinco o seis meses y se ve como un hermoso ser humano en miniatura. Está alerta y te responde. Interactúa. Y lo mejor, descubriste cómo hacerla reír. Ay, cómo te gusta hacerla reír.

Así que, un día estás cerca de esta cosita indefensa. Ella te está viendo. Hace una carita. Y de repente, te ves a ti mismo de una manera que nunca te viste antes.

Y en ese momento, sin aviso, tu corazón se derrite. En ese momento, sabes que no debes dejar que nunca le pase nada malo. Y desde ese día, es tu misión sagrada guiar a este bultito lleno de potencial que se mueve y se ríe para que se convierta en la mejor versión posible de lo que Dios la creó para ser. Ese es un "corazón de padre". Así que, aceptas la misión, pero pronto te encuentras con tres realidades que te confrontan.

La primera es que este mundo es un lugar horriblemente retorcido y caído. La depravación y la violencia parecen salir de cada grieta en el edificio de nuestra cultura. La tienes que preparar para vivir en ese mundo. Dios mío, ¿cómo es eso posible?

Segundo, sabes muy bien cuán defectuosos y rotos somos los humanos. Conoces íntimamente cada defecto. Has llegado hasta este punto en tu vida con todos tus errores y decisiones equivocadas—y cuántos más harás en el futuro. Señor, ella está contando conmigo, así que yo necesito contar contigo. ¡Ayúdame!

Tercero, esta es la revelación más sorprendente…descubres que ella también está rota. Que no nació ni un ángel perfecto ni una "hoja en blanco" como dicen. Ella salió del vientre de su madre tan caída y necesitada de redención divina como tú y todos los demás hijos de Adán—solo que más bonita. Amado Jesús, ¡ayúdame a guiarla a Ti!

Así que, en vista de estas tres dificultades vigorizantes, respiras profundamente y sigues adelante; es lo mejor que puedes hacer. Y oras. Oras para amarla bien y disciplinarla con sabiduría. No siempre harás lo correcto. Pero, oras por gracia, y Dios te la dará abundantemente. Oras que Sus misericordias cubran tus errores. Y—te prometo—que encontrarás esas misericordias cada mañana.

Declaración de gracia: No importa si mis días de paternidad están detrás de mí, delante de mí o si estoy en medio de esta sagrada misión; sé que estas dos cosas son verdad: Tu gracia es suficiente para mí, para llevar a cabo todas las misiones a las que me envías. Y Tú eres, y siempre serás un buen Padre para mí. Tienes el "corazón de Padre" definitivo.