Dándole Su Lugar a Dios.Muestra
Nuestro Señor y Salvador.
Si algo debemos reconocer de Dios es Su amor, eso ya lo hemos visto, esto nos lleva a reconocer nuestra incapacidad para ser salvos porque vemos como nuestra esencia es de continuo al mal. Así nos lo dice la Palabra en Génesis 6:5: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”.
No es que Dios nos haya hecho malos, es que el deseo y el placer que buscamos como seres humanos nos lleva a un camino errado; hoy creemos que dar rienda suelta a los placeres de la carne es lo que trae la felicidad; eso dista mucho de lo que Dios desea de nosotros porque nos desea guardar del maligno quien se encarga de presentarnos las tentaciones para caer en el pecado; la Palabra nos enseña a que debemos buscar someter nuestra voluntad al Señor y reconocer que solo Él debe ser nuestro guía.
Lastimosamente el pecado produce placer a la carne. Digo lastimosamente, porque por causa del pecado es que la humanidad se deja engañar y se desvíía. Si somos verdaderamente conscientes de la esencia de nuestro Dios vamos a cuidarnos del mal. Recordemos la Palabra que nos dice en Mateo 5:48: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. No permitamos que el enemigo nos engañe con sus tentaciones, dobleguemos nuestra carne. Así como se nos dice en 1 Corintios 9:26-27: “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, 27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. Recordemos que cuando reconocimos a Cristo como Señor y Salvador fuimos provistos del poderoso Espíritu Santo quien, si se lo permitimos, va operando en nuestra vida de tal manera que vamos siendo perfeccionados en amor, mansedumbre, templanza, dominio propio y demás dones del Fruto del Espirito.
Pidamos en todo tiempo ser instrumentos de bendición a otros, ejemplo de vida para que las personas vean en nosotros la luz de Cristo.
Oremos:
Padre Bueno, te damos infinitas gracias por tu inefable amor por el cual fuimos liberados del pecado y de la muerte. Hoy queremos pedirte ser una ofrenda grata delante de Tu trono, que unjas nuestra vida con el poder de Tu Santo Espíritu; guía cada palabra, cada pensamiento y cada acción para ser perfectos así como tú eres perfecto; que el enemigo no pueda engañarnos con sus artimañas; que seamos luz en medio de las tinieblas en todo tiempo. En el nombre poderoso de Jesús te lo pedimos, amén.
Acerca de este Plan
Muchas veces no reconocemos el señorío, poder y majestuosidad de Dios. En otras oportunidades, vamos minimizando la esencia de nuestro Creador y Padre. En este devocional repasamos lo maravilloso de nuestro Dios para volver a darle el primer lugar en nuestra vida.
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