Cómo está tu almaMuestra

¿Cuándo se encuentra mi alma en casa?

Tengo tres niños pequeños. Desafortunadamente, realizar multitareas no está dentro de mis habilidades, especialmente cuando las “múltiples tareas” resultan ser humanoides extremadamente ágiles y energizados. Tiendo a perderlos de vista. Es por eso que en nuestra familia, uno de mis trabajos más importantes es asegurarme de que nuestros niños disfruten su niñez, mientras que el trabajo de Chelsea es asegurarse de que en realidad puedan sobrevivirla.

Sin embargo, tiempo atrás, Chelsea contrajo un virus que afectó su nivel de energía en forma dramática por varios meses. No era capaz de hacer todas esas cosas relacionadas a los niños en las que ella es tan buena (y en las que yo soy muy bueno evitando). Eso significó que de manera cautelosa, embarazosa y sin experiencia, tuve que hacer cosas que no estaba acostumbrado a hacer. Ustedes saben, cosas como lavar la ropa. Y los platos. Y la limpieza de las excreciones corporales que los niños producen al azar.

Total transparencia: los abuelos, amigos, niñeras y ancianitas que no me conocían pero me vieron luchando en los supermercados también ayudaron. Y demasiado. Pero que quede claro, fui mucho más allá de mi zona de confort. Y me encontré a gusto con cosas por las que con anterioridad habría hecho de todo para evitar.

De alguna forma siento que la mayoría de ustedes no están sorprendidos. No me juzguen, todos tenemos nuestras debilidades. Las mías son más frágiles que las suyas.

Este es mi punto: Naturalmente evitamos situaciones incómodas, desconocidas o raras. Pero solo porque algo no se nos facilita, no significa que tengamos que evitarlo.

Cuando se trata de evaluar nuestras almas, me he dado cuenta de que muchas personas se ponen incómodas. Se sienten raros y ansiosos cuando son confrontados con una auténtica introspección. Abrirse a otros, o a ellos mismos acerca de lo que está fuera de orden en el interior puede sonar terrorífico. Así que evitan la búsqueda del alma a toda costa, así como yo con las tareas de la casa.

¿Y tú? ¿Cuando fue la última vez que te fijaste en el estado de tu alma? ¿Qué tan cómodo te sientes al meditar sobre preguntas reveladoras acerca de tu salud interior?

Dios quiere darnos paz, estabilidad, gozo y esperanza más allá de lo que podamos imaginar. Para que eso suceda, debemos sentirnos cómodos con las preguntas incómodas. Preguntas acerca de nuestros sentimientos, pensamientos, temores, motivaciones y necesidades. Preguntas que son difíciles de responder; no solo porque las respuestas son elusivas, sino porque las respuestas son vergonzosas. Preguntas que revelan aquello que nos está lastimando y estorbando, incluso cuando deban tenerse muchas agallas para lidiar con lo que descubrimos.

El apóstol Juan escribió esto a uno de sus amigos más cercanos: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 1:2 RVR1960). Yo creo que él estaba expresando el deseo de Dios hacia cada uno de nosotros: Que nuestra alma sea feliz, saludable y completa.

Dios está comprometido no solo con nuestra felicidad (la cuál es notoriamente fugaz y subjetiva), sino con nuestro bienestar. Y ese bienestar comienza en el interior. Así que no seas demasiado temeroso, ocupado, o incluso demasiado desinteresado para comenzar a prestar atención a tu alma. Estarás feliz de haberlo hecho.

Responde

¿Te sientes cómodo hablando con otras personas acerca de tus sentimientos, dolencias, sueños y deseos? Si no es así, ¿por qué piensas que es difícil para ti?

¿Por qué crees que las personas a menudo esperan hasta que sus almas están en un modo de crisis para pensar en ellas? ¿Tiendes a hacer lo mismo?

Toma un momento para pensar en el estado de tu ser interior. ¿Cuáles son esos tres miedos específicos, sentimientos, suposiciones o inseguridades, que puedan estar afectándote?