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Más profundo

La sensación de hambre es una señal que emite el cerebro para alertar al cuerpo que necesita comer para sobrevivir. Cuando una persona no siente hambre por largos periodos de tiempo es una alerta de que hay un trastorno físico que necesita ser atendido para evitar mayores consecuencias.

Gracias a diversas investigaciones, los especialistas en nutrición han detectado que una parte de los problemas de alimentación no son a causa del hambre, sino que se deben a algunas emociones que nos inducen a comer: la ansiedad, el estrés y la soledad.

Algunas personas buscan olvidarse de los problemas en las relaciones, las dificultades laborales y las circunstancias difíciles a través de diferentes mecanismos entre los cuales está el comer. Tratan de llenar el vacío de su alma o relajarse del estrés comiendo algo que les satisfaga, sin importar que excedan las cantidades recomendadas y con tal de sentirse felices por un momento.

Estos excesos resuelven su deseo momentáneamente, pero después se convierten en círculos viciosos de los cuales no es fácil escapar. Las investigaciones han demostrado que los trastornos alimenticios y la obesidad requieren algo más que dietas y restricciones, necesitan tratar con la condición del alma.

Dios nos creó y conoce lo más profundo de nuestro corazón, conoce nuestras victorias, debilidades, fracasos y deseos. Nadie en el mundo puede ir más profundo que Él para arreglar, sanar y satisfacer las necesidades de nuestro interior.

Jesucristo vino a la tierra para hacerse igual a nosotros y restablecer la relación entre el hombre y Dios. Él es nuestro acceso al Padre, solo a través de tener una relación personal con Él podemos satisfacer todo lo que necesitamos para ser verdaderamente plenos.

Esa relación inicia cuando lo recibes en tu corazón como tu Señor y Salvador, y se cultiva al pasar tiempo con Él, platicándole tu día a día y escuchando Su voz a través de leer la Biblia. Cuando oras y le platicas tus situaciones, no es porque Él no las conozca, Él ya las sabe, pero tú dispones tu corazón para darle lugar a que Él intervenga y abres la oportunidad de entrar en comunión con Él. Podemos hacer muchas cosas para Dios, pero si no lo conocemos cara a cara, de nada servirán las obras al final de nuestros días.

Piensa por un momento en cómo es tu relación con Jesús y busca qué cosas podrías cambiar para mejorar tu relación con Él cada día y llenarte de vida.

Esperamos que hayas disfrutado este devocional. Te invitamos a ver este mensaje de G3:16 Polanco haciendo click aquí