La Palabra de Dios: ¡Vívela!Muestra
El ancla del alma
El primer versículo que el Espíritu Santo utilizó para hablarme con escasamente varios días de haber conocido a Cristo fue este:
«Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas»
Josué 1:9
No concibo la vida sin la Palabra de Dios porque nunca hubiera llegado tan lejos sin esta poderosa arma de guerra que me ha ayudado a librar las más grandes batallas mentales, emocionales, interpersonales y espirituales contra las huestes de maldad. El mismo día que le entregué mi vida a Cristo, comencé a experimentar oposición y ataques de todo tipo. Necesitaba dirección en medio de mi confusión. Necesitaba consuelo para tanto dolor. Necesitaba inspiración para canalizar mis temores. Necesitaba conocer las dimensiones del amor de Dios para poder perdonar y lidiar con mis detractores con paciencia. Necesitaba corrección para sujetar mi carácter volátil e imitar a Cristo en sabiduría. Ahí siempre estuvo ese Libro maravilloso del cual emana vida eterna. Cada vez que lo abría, todo lo expuesto anteriormente brotaba para suplir mis necesidades en todas las circunstancias de mi vida.
Hasta el día de hoy, La Biblia representa un muro de contención contra todas las pruebas y tribulaciones que se agolpan en mi camino. Allí encontramos consejos y palabras que nos inspiran a la santificación por el poder que emana de ellas, aún en las luchas de la carne, como los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Sus palabras son un ancla del alma que no nos dejará a la deriva en medio de las tormentas. Estas experiencias no ocurren porque yo sea especial, sino porque todo aquel que se alumbre con esta lámpara de vida, nunca tropezará.
Mis momentos de oración siempre son con las Escrituras abiertas porque sé que, en cualquier momento, el Espíritu Santo me dirigirá a algún rincón de sus páginas para hablarme directamente al corazón y levantarme de cualquier circunstancia.
Te animo a que hagas de la Biblia, tu fiel acompañante y tu más grande tesoro. Siémbrala en el corazón de tus hijos y los hijos de tus hijos. Enséñales a amarla como el mejor legado que puedas entregarle a todas las futuras generaciones. La mejor Palabra de Sabiduría que podemos dejar sembrada en otros es la que se observa, y no la que se escucha…
Por Rey Matos - Autor y Pastor General de UNO CHURCH (antes Catacumba5), en Añasco, Puerto Rico
Escrituras
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