Estudio en el libro de SantiagoMuestra

LA LENGUA, ANIMAL SALVAJE

Es impresionante cómo uno de los órganos más pequeños de nuestro cuerpo, nos puede meter en problemas gigantescos si lo permitimos. Ciertamente con nuestras palabras endulzamos a alguien, enaltecemos, guiamos, aconsejamos, pero con esas mismas palabras que vienen de nuestra boca, emitidas con la ayuda de nuestra lengua, podemos herir terriblemente. Por tanto, necesitamos tomar las riendas de nuestra lengua. Dominar nuestros pensamientos para que todo pensamiento agresivo sea sustituido por uno pacificador y de esa manera nuestra lengua no emita palabras que dañen. Cultivar la bondad, la paciencia, el amor, la benignidad nos va a ayudar a domar nuestra lengua. Imagina que te dan un animal salvaje. Veamos nuestra lengua así, tal cual. Siendo así, debemos encerrarla hasta que se calme, no permitirle salida hasta comprobar que se ha hecho dócil y humilde. Es necesario controlarla, tomar las riendas y no permitirle sino comunicar amor, paz, buenos consejos y predicar las Buenas Nuevas al mundo entero.

ORACIÓN:

Bendito Padre, vengo ante ti a pedirte con todo mi corazón, que no permitas que de mi boca salgan palabras hirientes, no me permitas promover chismes, no dejes que hable necedades. Que mi boca sea un instrumento tuyo Señor, para edificar, para ayudar, aconsejar bien e incentivar a otros a hacer de este mundo un mundo mejor. Te pido que me ayudes a no conformarme al mundo, sino buscar alimento espiritual a diario en Tu Palabra. Que seas mi prioridad cada día, lo pido en el nombre de Cristo Jesús, amén.

REFLEXIÓN:

Sabiendo que nuestra lengua no domada es como animal salvaje, no permitamos que salga de nuestra boca, palabra alguna sin haberla pensado bien. Tengamos un filtro constante puesto antes de emitir sonido alguno. Que Dios nos ayude a no herir ni dañar a nadie con nuestras palabras y que podamos siempre edificar con nuestras conversaciones, respuestas y consejos.