Confidencias Del AlmaMuestra

Una vida en adoración y paz

A veces podemos confundir adoración a Dios con un calendario de servicio lleno de acción, de actividad. Y a veces, el cansancio de los años se atraviesa en nuestro camino, y nos deja sin fuerzas, y en vez de lo que conocemos como adoración, se escucha un quejido tenue, distante, adolorido…

Y cesan los ruidos, y el activismo, y la adoración genuina da a luz… Allí, en el silencio, y aún en la confusión, nuestro corazón clama:

A merced de Tu amor, a los pies de Tu gracia.

Sin más en los bolsillos que trocitos de fe.

Granulada, fragmentada,

algo de ella aquí y allá.

¿La recibes, Jesús, así como está?

A merced de Tu amor, a los pies de Tu gracia.

Sin más valor que el que me das Tú,

ni otra identidad que la que poseo en Ti.

Sin necesidad de hacer o gustar,

ni de ser afirmada, ni de ser aprobada.

Solo Tu amor bendito, perfecto;

que no me pide logros ni hazañas para desbordarse hacia mí,

ni hojas de trabajo intachable,

ni pasados incuestionables,

ni opiniones admirables.

Un amor que tan solo me pide venir…

A merced de Tu amor, a los pies de Tu gracia

En este primer día del plan de lectura te invito a orar a Dios desde donde estás, y como estás. Sin formalismos, ni protocolos. Sin temor a que tus expresiones no lleven un orden, sino con la libertad de saber que Él desea escucharte y responderte.

Oración:

Oh Dios, Tú que todo lo sabes y todo lo ves, aquí estoy. Vengo como estoy, con lo que tengo, desde donde estoy. Gracias por recibirme y por bendecirme con lo que necesito hoy. Amén.