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La sabiduría emocional de Jesús

Cuando multiplicó los panes y los peces, dio gracias antes de que se materializara el milagro (Mateo 15:36). Dio gracias demostrando fe y convicción de que Dios contestaría Su oración. Cuando aprendemos a ser agradecidos somos testigos de milagros y portentos. Jesús nos enseña que al dar las gracias estamos reconociendo que nuestra confianza está puesta en Él.

Estoy agradecida de que nuestro amado Señor Jesús, públicamente manifestara Sus emociones y sentimientos. Cuando vemos Su intachable carácter y Su personalidad balanceada, tenemos el más grande de los modelos para vivir psicológicamente saludable. Cuando tratamos de imitarlo, que es lo que nos corresponde como cristianos, nuestro mundo interior se revoluciona totalmente y nos cambia para siempre.

Jesús vino para darnos vida y dárnosla en abundancia (Juan 10:10). Vino para sanarnos psicológicamente, para levantarnos si estamos caídos, para restaurar nuestra alma y brindarnos el más poderoso ejemplo de fortaleza y dependencia de Dios.

El perdón produce restauración:

“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15).

CREA TU PROPIA AFIRMACION

EJERCICIOS PARA CONTESTAR, REFLEXIONAR Y APLICAR

1. ¿Cómo te hace sentir el hecho de que Jesús puede ser empático contigo en el sufrimiento?

2. Según el modelo de Jesús: ¿Qué cosas podrías hacer para manejar el dolor emocional? Como por ejemplo: la oración.

3. ¿Qué actitudes puedes cambiar en tu vida para proyectarte como un imitador de Jesús en los momentos de aflicción?

4. ¿Qué es lo que puedes testificar a otros en cuanto a quién ha sido Jesús en medio de las tribulaciones y angustias que has atravesado?

Oramos:

Hoy, Padre Celestial, me diriges amorosamente hacia mi restauración. Me guías a desatarme de las cadenas de opresión y amargura generadas por la falta de perdón. Disfruto del hermoso regalo de perdonar a ________________ y dejar ir toda consecuencia del daño infligido. Me comprometo a detener toda ira, frustración y tristeza frente a lo que ya pasó y que en este instante no puede ser cambiado circunstancialmente, pero sí edificado en mi interior. Reconozco que solo el poder del perdón puede mantenerme dentro de tu voluntad, con paz y siendo llevada hacia adelante en el fluir ascendente de tus planes eternos para mi vida.

En el poderoso nombre de Jesús.

Amén