Plenamente consagrado Muestra

La presencia de Dios

La mayoría de los hijos de Dios en Estados Unidos tenemos mucho a nuestra disposición: no solo cosas materiales, sino educación, recursos y oportunidades. En contraste, actualmente hay países con iglesias subterráneas que no tienen mayor cosa. No solo son pobres, sino que carecen de la libertad de entrar en una iglesia y adorar a Dios libremente, como muchos de nosotros lo hacemos todos los domingos. Aunque algunos creyentes pueden no tener la libertad que tenemos, su único deseo es experimentar la presencia de Dios. Las iglesias subterráneas tienen personas que confían en Dios y creen que recibir Su Espíritu podría cambiar sus circunstancias.

¿Cuántos de nosotros creemos que otra cosa, que no sea la presencia de Dios, cambiará nuestra situación? Todos necesitamos a Jesús. No se trata de si apoyas a la izquierda o a la derecha. Este mundo está lleno de opiniones sobre todo. Sin embargo, nada puede ayudarnos tanto como el mover del Espíritu Santo en nuestras vidas. Nuestros países necesitan hombres y mujeres plenamente consagrados a Dios. El único poder sanador que puede salvarnos es Jesucristo.

Fijen y enfoquen sus corazones y mentes en Dios. Estén abiertos a recibir el poder de Su Espíritu. Cuando Él te llena, eres un canal de Su gracia y presencia. Lo único que puede cambiarnos es la presencia de nuestro Dios todopoderoso. Es hermoso saber que eres elegido por Él. Por lo tanto, debemos servirlo. Habrá obstáculos todo el tiempo que nos harán retroceder, las Escrituras dicen que seremos engañados y nuestras mentes pueden ser desviadas de nuestra consagración a Cristo.

David dijo: «Una cosa le pido al Señor, esto solo busco: que pueda morar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la belleza del Señor y buscarlo en su templo». (Salmos 27:4)

Nuestra fe se trata de consagrarnos a Dios, no de obtener beneficios para nuestras vidas. Estamos más preocupados por complacer a la gente y ser considerados buenos, que por la gloria de Dios.

Al consagrarte al Señor y vivir una vida dedicada a Él, pregúntate: «¿Estoy siendo transformado para Su gloria o para la mía?».