Reset, volver a empezar Muestra
¿A quién miro?
Hay momentos en que sentimos que ya no somos, ni podemos seguir siendo iguales; nos encontramos en medio de transiciones, cambios, encrucijadas y nuevos comienzos. Nos encontramos con mareas tan altas que, hasta parecen imposibles de sobrellevar; nos sentimos perdidas, rodeadas de inmensas tormentas emocionales, físicas y espirituales. Las personas no nos entienden; quizás ni siquiera nosotras mismas. Nos cuesta encontrarnos; no vemos a Dios y no sabemos a dónde nos lleva todo esto. Ya no confiamos, no nos arriesgamos; simplemente hacemos todo y vamos por donde conocemos.
Todas en la vida pasamos por ello y estas, por lo general, son dolorosas, desafiantes e incómodas. En momentos así, nuestro corazón se llena de temor, incertidumbre y desesperanza porque vemos solo esa etapa de transición o cambios; por lo que, sin darnos cuenta dejamos a Dios a un lado. En Mateo 14: 22-34 vemos a Jesús caminando sobre el agua en medio de una gran tormenta. Pedro, al ver a Jesús, le pide ir hasta Él; y lo hace caminando sobre el agua. Pero al ver las olas y el viento tuvo miedo y exclamó: ¡Señor, sálvame! Comenzó a hundirse, pero Jesús le extiendó su mano y dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Sin embargo, pasa lo mismo con nosotras: tenemos una tormenta emocional, física o espiritual, y Jesús está en esa tormenta aun cuando no lo sintamos. Tenemos dos opciones, la primera es acercarnos a Jesús, fijar nuestros ojos en ÉL, y caminar en fe sobre las aguas. Mientras que, la segunda es dar lugar al miedo y hundirnos.
Es difícil tener fe y levantarnos en momentos como este, pero no estamos solas. Dios nunca nos dejó ni lo va hacer. El Espíritu Santo es nuestro consuelo, el mejor amigo, la ayuda que necesitamos, da los mejores consejos, da fuerzas al débil. Además, en Jesús tenemos la Victoria. Es fácil rendirnos, y eso es lo que el enemigo quiere porque sabe que Dios es más grande que esa tormenta y que tiene planes de bien. La vida sigue; las mareas bajan y suben. Aunque no veamos nada más que una tormenta, tenemos que estar firmes en la fe y fijar nuestros ojos en Jesús más que nunca porque simplemente es una prueba; es el comienzo de algo mejor para algo más grande.
Piensa y ora:
- ¿En dónde fijas tu mirada? ¿En los momentos de pruebas o en Aquel que te ama más de lo que puedas comprender?
- Si tus ojos están fijos en la tormenta, tómate un tiempo a solas y piensa en cuán grande, bueno, agradable y perfecto es Jesús. Además, toma confianza y cree en que su mano está extendida para ayudarte en esta tormenta.
Escrituras
Acerca de este Plan
Como mujeres, a lo largo de nuestras vidas, sin importar la edad que tengamos, atravesamos diversas pruebas, ya sea en lo emocional, en lo físico o espiritualmente. Por ello, mi anhelo es que a través de este pequeño Plan puedas comprender cuánto nos ama Dios, el valor que tenemos en Él, como también la importancia de volver a empezar.
More
Nos gustaría agradecer a Luz Lorena Abigail Medina por escribir este plan. Para mayor información por favor visite: https://es.jesus.net/latam/