Veracidad

En la época del Imperio Romano, los bárbaros invadieron Roma y esta cayó en sus manos. Fueron tiempos de supervivencia, migraciones, hiperinflación, hambre y muerte. Ninguna guerra es benigna; en la mayoría se pierden vidas y el sufrimiento está a la orden del día.

Para ganar la guerra se recurre a tácticas especializadas que han sido utilizadas a lo largo del tiempo. Un famoso guerrero oriental llamado Sun Tzu tenía un tratado al respecto. El libro “El arte de la guerra” dice: “Según la visión de Sun Tzu, el ejército era el instrumento que descargaba el golpe de gracia a un enemigo al que se le había hecho previamente vulnerable. Antes de las hostilidades, los agentes secretos separaban a los aliados del enemigo y llevaban a cabo una serie de actividades subversivas. Entre sus misiones estaba la de difundir rumores falsos e información equívoca, corromper y sublevar oficiales, crear y exacerbar la discordia interna y fomentar las quintas columnas. [...] el prerrequisito de una victoria es “hacer preparativos apropiados en el campamento enemigo, de modo que el resultado se decida de antemano” [...] una paráfrasis admirable de Sun Tzu: “el ejército victorioso ataca a un enemigo desmoralizado y derrotado”. (p. 16)

Estas tácticas de guerra han sido utilizadas de igual forma en el cristianismo. El enemigo quiere vernos derrotados de antemano y utiliza métodos que buscan desmoralizarnos y derrotarnos a través de las mentiras, para alejarnos del Señor.

Sin embargo, la relación que establecemos con el Padre debe ser tan profunda y duradera que todas estas mentiras inventadas pueden ser derrotadas por la Verdad que es Jesús (Yo soy el camino, La Verdad y la Vida).

Dios representa las cosas tal cual y como son, ya sea hablando de Él mismo o de parte de Su creación, lo que Dios dice es exacto (1 Samuel 15:29) (Tito 1:2) (Hebreos 6:18) (Juan 17:17). Dios no miente ni mentirá, porque la mentira es contraria a Su misma naturaleza, Dios es la verdad, Su palabra es verdad, nosotros como Sus hijos debemos vivir en la verdad que nos da libertad (Juan 8:32).

¿Qué mentiras debes confrontar con la verdad de Dios en tu vida?