Hasta el silencio es alabanzaMuestra

Intenta orar... ¡y lo lograrás!
“Dios mío, a ti lamo porque tú me respondes;; inclina a mí tu oído y escucha mi oración”. (Salmo 17:6)
La intención lo es todo. Intentarlo es más que suficiente. Intentar orar es orar. Es lo mismo con la meditación, o con cualquier cosa que implique confiar.
A veces quiero hacer listas, una lista de lecturas bíblicas específicas, una lista de salmos para seguir leyendo día tras día. De hecho, los salmos han sido parte de mi práctica de oración durante años. Solía tener una Biblia de Gedeón de bolsillo del Nuevo Testamento y los Salmos y la leía en el metro. Incluso hubo un período en el que imprimía un salmo y lo llevaba conmigo en mi carrera matutina. (Puedes imaginarte lo curioso que resultaba. "¿Por qué está leyendo él una hoja de papel mientras corre? Qué extraño"). He escuchado grabaciones de la Biblia y podcasts inspiradores mientras hacía ejercicio.
Lo que pasa con tales esfuerzos es que te hacen humilde. Estoy lleno de preguntas: ¿Qué significa ese salmo? ¿Qué dice ese pasaje? ¿Qué estaba pensando el salmista? ¿Cómo lo aplicó a mí? ¿Por qué se ha guardado y cantado durante todos estos años? El mayor misterio: ¿Por qué me siento mejor al repetir estos salmos? No creo ser un experto al hacerlo. Todo lo contrario; Me doy cuenta repetidamente de lo poco que sé. Cierro los ojos y dejo todo fuera y me concentro en Dios, el amor o la fe y confío en que me estoy convirtiendo en la persona que Dios quiere que sea.
Cuando estás sólo, en meditación y oración contemplativa, no puedes escaparte de nada. No puedes pasar la culpa a otros. Van a surgir cosas desafiantes, momentos en los que no estuviste a la altura de lo que quieres ser. Puedes tratar de concentrarte en todos tus éxitos, pero tus fallas hablarán. Te harán sentirte humillado. Luchar contra ellas vale la pena.
La humildad es quizás una de las virtudes más incomprendidas. No es pretender ser menos poniéndote en lugares donde eres despreciado y menospreciado. Por favor, no hagas eso. La vida ya es lo suficientemente dura tal como lo es. No hay necesidad de golpearse el pecho, de ser servil o hacer reverencias. La verdadera humildad es más simple y pura. Santiago 4:10 nos dice: “Humíllense delante del Señor y él los exaltará”. La humildad, como he llegado a entenderla, es aceptación. Esa actitud de pureza al decir: Está bien, Dios, estoy luchando aquí, es una situación muy difícil para mi. Saldremos de esto juntos de alguna manera. Quédate cerca de mi. Te necesito. No puedo hacerlo todo por mi mismo. Y sé que no esperas que lo haga todo por mi mismo. Solo lo lograré con tu ayuda. Como dijo Jesús: “Sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde concederlo. Eso ya lo ha decidido mi Padre.”
Está fuera de nuestro control.
Piensa en eso cuando estás meditando y estás angustiado y te afliges porque un millón de cosas pasan por tu mente. Te obsesionas con todo lo que parece ir mal en este mundo. En medio de tus pensamientos invocas a Dios. Vuelves a la quietud. Y luego tu absurda mente se distrae nuevamente. Estás molesto por un comentario que alguien hizo en las redes sociales. Estás irritado por una historia que leíste en las noticias. No puedes soportar más el escenario político, te duele y te enferma físicamente.
Tal vez es tu espalda lo que te molesta o tus músculos que se han adormecido, lo notas de repente. Hay un picor en la nariz. (ráscalo.) Tu teléfono vibra en tu bolsillo. (No, no necesitas mirar ese texto, puede esperar). Empiezas a pensar que eres el peor del mundo cuando se tratar de meditar; este sentarse, este intento de oración contemplativa. ¿Por qué no dejarlo?
Bienvenido al club. Si fuera un campeón en esto, si lo hiciera sin esfuerzo, no creo que estaría escribiendo sobre ello. No tendría nada que decir. No sabría cuán difícil puede ser o qué desafíos enfrentaríamos los santos pecadores. Esta lucha es el proceso, es el placer, es la práctica. Puedo aceptar que Dios está obrando a través de mí; mi trabajo es simplemente ponerme intencionalmente aquí en este espacio sagrado, en este tiempo sagrado.
La intención lo es todo, especialmente en nuestras oraciones.
Responde
¿Por quiénes o por qué estás orando hoy intencionalmente?
Haz una lista de formas en las que puedes alentarlos y ayudarlos.
Oración
Señor y Salvador, ayúdame hoy a buscar tu presencia con toda mi intención. ¡Te amo!
Escritura
Acerca de este Plan

Estos cinco devocionales diarios están basados en el libro de Rick Hamlin, El silencio es alabanza: silencia tu mente y despierta tu alma con meditación cristiana. El silencio habla volúmenes y se convierte en una herramienta para todos los seguidores de Jesús.
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