Pensando ando en cómo estoy criando.Muestra

¿Por qué todo es rápido, mamá?

Hace un tiempo les daba una instrucción a mis hijos. Probablemente era la tercera vez que la repetía y la acompañé al final (como casi siempre) de un "dale, hazlo rápido".

Cuando voy al cuarto de mi niña ella me pregunta: Mamá ¿por qué todo siempre es rápido? A lo cual le contesté: Porque tenemos otras cosas que hacer, ella lo entendió y continuó. En otro momento, volvió a preguntarme: Mamá, ¿por qué todo siempre hay que hacerlo rápido? Era de noche y yo estaba en su cuarto arropándola. Llegué a la conclusión de que, aunque no lo estaba diciendo, probablemente mi lenguaje corporal la estaba apurando. En ese momento, la pregunta me sorprendió más que la primera vez, porque entendí que esa frase causaba algo en ella. Le pregunté: ¿Cómo te sientes cuando mamá te dice: “que tiene que ser rápido”? Ella inmediatamente me contestó: “No me gusta, me hace sentir triste (con los ojos llenos de lágrimas).” En ese instante pasaron muchas frases de conversaciones diarias por mi mente:

¿Mamá juegas conmigo?

-“Si, pero rápido porque tengo que hacer...”

¿Mamá te vas?

– “Si, pero no te preocupes vengo rápido.”

¿Mamá puedo hacerle un dibujo a mi tarea?

– “Bueno si es rápido, sí.”

En ese momento me di cuenta de algo que venía resonando en mi corazón: vivo de prisa. ¿Por qué motivo? No estoy segura, nadie me está apresurando, solo yo. Nadie me está exigiendo un producto final, solo yo. Solo cuando me sumerjo en la forma de vivir de esta cultura… rápido, sin parar, produciendo sin descanso ni deleite. Reconocí en ese momento que con mi forma apresurada de vivir le estoy quitando algo que Dios ya sembró en su corazón como parte de su diseño y es bueno: detenerse y deleitarse en ser sin afán. Como adultos hay tanto que hemos añadido a la lista que olvidamos preguntarnos:

¿Por qué estoy haciendo esto?, ¿Por qué sigo añadiendo?, ¿Qué estoy olvidando en el camino?

En ese proceso, ignoramos que nuestra forma de vivir es la carta de presentación que les ofrecemos a los más pequeños sobre cómo puede ser la vida.

Ponerlo en práctica es un proceso de formación y ajustes constantes en los hábitos de crear ritmos saludables, detenernos a deleitarnos y disfrutar quienes somos en Cristo.

Puede resultar difícil dentro de este mundo más te animo a intentarlo. Hay algo especial y transformador para ti y tus hijos en ese proceso de contemplar a Dios en calma en cada cosa que hacemos.

Pensando ando...

¿Cuán rápido van tus días?

¿Cuántas veces al día te detienes intencionalmente?

¿Qué contestarían tus hijos si les preguntas si vives de forma apresurada?

¿Qué contestarían tus hijos si les preguntas qué es deleitarse en Dios?