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Necesito un lugar para congregarme

DÍA 2 DE 4

Yo también soy responsable

Cuando sintamos malestar en una congregación, hay que entender que el malestar, en realidad, implica la convivencia que se denota en el lugar a partir de los estilos de relación que existen dentro de la misma congregación. Nosotros somos la congregación, somos las personas las que con nuestras actitudes, forma de comportarnos y de relacionarnos, edificamos y crecemos en el amor al que Cristo nos ha llamado; o somos obstáculo y piedra de tropiezo para crecer en amor y unidad.

Es inevitable, yo también soy responsable, tú también eres responsable, nuestros hermanos también son responsables, el pastor también es responsable. Todos somos responsables del cómo estamos viviendo en comunidad, como cuerpo de Cristo, como iglesia. No podemos dejar de involucrarnos, con seguridad, lo que podamos estar sintiendo y que nos genera tanta incomodidad en determinado momento dentro de una congregación también nos involucra a nosotros porque no podemos olvidar que todos, sin excepción alguna, estamos siendo procesados para ser perfeccionados en el amor de Jesucristo.

Cómo vamos a aprender a soportarnos unos a otros con paciencia, cómo vamos a aprender a perdonarnos, cómo vamos a aprender a mirarnos con amor y con bondad si no es a partir de ejercer el mismo amor que hemos recibido de parte de Jesús. Si nos detenemos a analizar cómo nos ama Jesús, nos deberíamos sentir avergonzados al confirmar cuánto nos falta para vivir en ese mismo amor que hemos recibido de su parte, reconociendo que es ese el principal propósito de haber sido amados primero por Él.

Cómo vamos a morir a nosotros mismos para ser como Jesús si nuestra precaria capacidad de amar a nuestros hermanos no es confrontada a través de sus falencias e imperfección. Recordemos que así nos amó Jesús. No lo merecíamos, somos repugnantes ante sus ojos si tenemos en cuenta nuestra condición carnal y pecaminosa, pero aún así, Él nos amó y nos sigue amando. A pesar de nuestra imperfección, de nuestras falencias y de nuestra condición indeseable a sus ojos, su amor por nosotros no cambia. ¿Por qué lo olvidamos tan fácil? ¿Acaso no es así como Jesús nos enseña a amar? Entendiendo que debemos amar a nuestros hermanos así no lo merezcan, como nosotros no merecemos ser amados por Él; comprendiendo que si realmente queremos morir a nuestro yo para ser más como Él es doblegando nuestro orgullo y dejando de señalar las imperfecciones que tienen los hermanos, comprendiendo que sus debilidades son un recurso de edificación para nosotros en el sentido de que, mientras más perdón y compasión ejerzamos por ellos, más vamos a crecer en bendición y en madurez espiritual; es así como crecemos a la imagen y semejanza del amor que Cristo Jesús nos ha manifestado.

Escrituras

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

Necesito un lugar para congregarme

En algún momento podemos sentir que la congregación en la que estamos no es el lugar en el que quisiéramos estar. "Necesito un lugar para congregarme", es una exclamación que normalmente expresamos en momentos de dificultad congregacional, entendiendo que nos es necesario pasar por ahí para perfeccionarnos en el amor y la unidad a la que somos llamados como hijos de Dios.

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Nos gustaría agradecer a Marysela Ocampo O. por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.facebook.com/confiadosenJesucristo/