Cuando Sopla El VientoMuestra
LA OBRA DECISIVA DEL VIENTO
Entonces Jesús hace la comparación con la obra del Espíritu. Versículo 8: Usted ha oído cómo obra el viento. . . "así es todo aquel que es nacido del Espíritu." Literalmente: "De esta forma es todo el que es nacido por el Espíritu." El objetivo al enfatizar la libertad del viento para producir sus efectos, provocando que le escuchen, es dejar bien claro la libertad del Espíritu para hacer que las personas nazcan de nuevo y luego para dirigirlas el resto de sus vidas.
A menudo me topo con creyentes frustrados porque sus familiares o conocidos no han querido recibir a Jesús en sus corazones; por ende, no han nacido de nuevo. Y esto genera cierto desánimo o tristeza, que impulsa a los creyentes a intentar obligar que el nuevo nacimiento se produzca en los suyos. Sin embargo, estos pasajes revelan esa obra libre del Espíritu, que produce el efecto del nuevo nacimiento cuando Él quiere y no cuando nosotros queremos.
Este principio bíblico me fue enseñado por el viento (Espíritu), quien trajo a mi oído una palabra que me educó y reconfortó, en un momento en que esa frustración y tristeza toco la puerta de mi corazón.
Tenía unos seis años de haber nacido de nuevo; podría parecer un tiempo suficiente para que viera la respuesta del nuevo nacimiento también en los míos. Durante esos años, me di a la tarea de cumplir con la encomienda de compartir el evangelio con muchos, más aún a mis padres y con mi esposo; pero sin una respuesta positiva. Sin embargo, recibí un fuerte golpe en mi corazón cuando compartí algo de mi frustración, con respecto al infructuoso nuevo nacimiento en ellos con un pastor; su respuesta fue: “Glenda, ellos no han nacido de nuevo porque probablemente tu no les has dado un buen testimonio.” Sentí que el mundo se me venía encima, mi frustración y tristeza estuvieron al borde de la depresión. Aquellas palabras se volvieron como un peso insoportable sobre mí. “¿Qué estoy haciendo mal?” ― me decía a mí misma. Mi vida había sufrido una increíble transformación, había nacido realmente de nuevo, me había entregado por completo a Dios. El pasado había quedado atrás y disfrutaba de pasar mucho tiempo en la presencia de Dios; inclusive podía escuchar Su voz y recibir su dirección. Siempre aprovechaba para hablarles de mis experiencias con Jesús y su Espíritu. Ellos estaban muy conscientes de toda la transformación que había sufrido mi vida desde que decidí creer y recibir a Jesús como mi Señor y Salvador. ¿En qué estaba fallando? Apenas unas semanas después, el “Ruah”, por el Espíritu Santo, intervino con su respuesta. Un ministro visitó nuestra congregación y fue el instrumento que el Espíritu de Dios usó para consolarme, pero también para enseñarme lo que hoy les comparto. Su voz fue consoladora, pero firme: “Tú no tienes culpa de que los tuyos no me sirvan, ellos decidieron no servirme, ellos aman más al mundo que a mí.”
Esto le sucedió a Job; “Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino” (Job 38:1)
El Espíritu Santo; ese viento es nuestro maestro. Esa unción nos enseña (Juan 14:26) y nos recuerda todo lo que Jesús ha dicho. Eso fue lo que hizo conmigo, me consoló por la Palabra.
Juan 3:19 “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.”
“Si. Así es; nuestras obras siempre son malas y antes de responder al viento, simplemente todos amamos más las tinieblas, más al mundo que a Dios. Estamos, simplemente muertos.”
A nosotros ahora, nos toca sembrar la semilla, pero no sabemos cuándo el Espíritu, como el mismo viento la hará germinar, así como tampoco conocemos la forma en que Dios la hace crecer. El nuevo nacimiento es la obra libre del Espíritu de Dios. Nuestro trabajo es sembrar y el crecimiento es un asunto de Dios.
En 1 Corintios 3:6-7 Pablo nos confirma esto diciendo: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.”
Así que lo que nos enseña el versículo 8 es que de la misma forma en que no hacemos que el viento sople, tampoco hacemos que el Espíritu produzca el nuevo nacimiento. O, para ser más específicos, la voluntad determinante en el nuevo nacimiento no es la nuestra. La voluntad del Espíritu es decisiva. Para estar seguros, la voluntad del hombre se trastoca en el momento del nuevo nacimiento. El cambio ocurre en el hombre, por los efectos perceptibles del viento "oye su sonido." Ese sonido le indica el momento del nuevo nacimiento, quebrando su voluntad.
El efecto fundamental del viento (del Espíritu) es que el ser humano es vivificado, y ahora nuestra voluntad actúa en respuesta. Esto ocurre para que el ser humano reciba a Cristo. El viento está soplando primero. Nuestras voluntades son despertadas e inclinadas hacia Cristo, porque el Espíritu sopla donde quiere y da vida a quien quiere. Y esto se debe simplemente a la soberanía de su gracia.
Espero que este plan haya sido de edificación a su vida. Este es sólo un abstracto de nuestro libro Lo Que el viento Me Enseñó puede obtenerlo a través del siguiente enlace.
Acerca de este Plan
La Pastora Glenda Liz Amador, comparte a través de este devocional, un abstracto de su libro Lo Que El Viento Me Enseñó. Conozca la intervención del viento y su acción en nuestras vidas, aun antes de percibirle, escucharle o recibirle... Él tiene mucho que enseñarle... ¿Está dispuesto a escucharle?
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Nos gustaría agradecer a Iglesia Tabernáculo de Evangelización por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.iglesiatde.today/misletras-blog