La vida de un líder de alabanzaMuestra

¿Qué hay para ti? 

No existe nada como el sonido de la voz de las personas. Como un chelo bien afinado, que va desde un tono grave hasta una cascada de melodías suaves. Es todavía más importante cuando disfrutamos con nuestros hermanos y hermanas; nuestras voces se hacen una misma para alabar a Dios. 

En la alabanza, puedo ser tan movido por las voces que solo guardo silencio. Me asombra la hermosura de Dios, que me deja sin palabras. Mi corazón canta una serenata de amor al Señor, sin siquiera abrir la boca. 

Mis habilidades vocales dependen entonces de los que están alrededor de mí. Enamorado de la alabanza a Dios, como un solo cuerpo vemos con esperanza cómo se arreglan nuestras vidas. 

De tiempos de batalla y tristeza a tiempos de gran alegría, la alabanza a Dios es buena para nuestras almas. Incluso en la alabanza, Dios en Su bondad, nos ministra mientras le adoramos. Él canta sobre nosotros (Sofonías 3:17), incluso cuando no tenemos las palabras para orar (Romanos 8:26). De una forma misteriosa, el Señor nos sana mientras le alabamos. Incluso cuando no sentimos gozo, cantamos para que nos llene de gozo mientras le alabamos. 

Clamamos por gozo cuando hemos tenido alguna pérdida. Clamamos por gozo cuando hemos sufrido. Clamamos por gozo cuando físicamente estamos cansados. “Porque un momento será su irá, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría” (Salmos 30:5).

“Cantad con gozo a Dios, Fortaleza nuestra; al Dios de Jacob aclamad con júbilo” (Salmos 81:1).

Reflexión: En gozo, nos levantamos como a las águilas sus alas. El gozo del Señor es nuestra fortaleza (Salmos 28:7). Por cierto, ¿cuándo fue la última vez que su congregación cantó tan fuerte que no pudo escuchar a los músicos?