La vida de un líder de alabanzaMuestra

Copia de alabanza 

¿Alabamos o copiamos la alabanza? ¿Debemos comparar cómo alabamos con la forma de alabanza de otros? Yo solía pensar que debíamos mostrarle a Dios nuestro amor con la manera en que otros adoraban, especialmente durante el servicio de alabanza. Aprender como alabar por medio de un ejemplo es una cosa, pero compararte con otros es muy distinto. 

Tal vez has escuchado estas afirmaciones en la iglesia: “Ese hombre está ungido en su alabanza”. “Desearía alabar de esa forma”. “Ella tiene una conexión especial con Dios en la alabanza; Dios sí escucha su adoración”. 

Bueno, eso es falso. 

La verdad es que algunos tienen una experiencia de alabanza más profunda que otros, pero no se trata de que Dios compare nuestra alabanza con otras. 

No está mal tomar nota o aprender (como nuevos cristianos) a través de un ejemplo de alabanza. Simplemente no es sano para nadie compararse y sentirse menos dignos de entrar a la presencia de Dios por medio de otros. Además, cuando tratas de alabar como alguien más, no estás siendo genuino con Dios. Lo mismo pasa con los líderes de alabanza. Debe ser espontáneo. 

Como Pablo seguía en sus predicaciones con los gentiles, él dijo: “Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios nos hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron” (Gálatas 2:6).

La realidad es que Dios te hizo único. Así como tu voz al hablar y cantar es diferente a la de otra persona, así es tu alabanza a Dios. Él escucha y ama la alabanza de Sus  hijos. Nos hizo únicos y distintos de otros para que Él pueda disfrutar la variedad de alabanza que le ofrecemos. A Dios le interesa más nuestro compañerismo con ÉL que nuestros pensamientos de comparación con alguien más. 

La alabanza no copia o compara. La alabanza es tan única como el adorador. Juntos, podemos alabar al Dios que nos creó como individuos.