SuperandoEjemplo

Superando nuestras pérdidas

Cuando falleció mi papá, el proceso de duelo fue muy diferente para los distintos miembros de mi familia. Para algunos duró más tiempo que para otros.

Todos en algún momento de nuestras vidas experimentamos el proceso de duelo, y lo hacemos de manera distinta. El duelo no solamente sucede cuando perdemos a alguien, sino también cuando perdemos un trabajo, posesiones o cosas que considerábamos valiosas. El duelo es un proceso normal de adaptación emocional y es necesario para poder seguir adelante.

2 Reyes 4 nos cuenta la historia de dos mujeres que experimentaron una pérdida. Ambas estaban en una situación que no salió como la habían planeado. Por un lado, la viuda había perdido a su esposo y estaba a punto de perderlo todo porque él era el sustento de su familia. La otra mujer, había perdido al hijo que Dios le había prometido.

En ambos casos sucede un milagro, en el caso de la viuda Dios proveyó para que no les faltara nada y pudieran pagar sus deudas. Y en el caso de la otra mujer, Dios resucitó a su hijo.

¿Pero qué hacemos cuando nosotros no recibimos el milagro que esperamos que llegue? Cuando oramos por sanidad, pero la respuesta no llega, cuando la puerta no se abre, cuando no vemos progreso.

El enemigo querrá usar tus pérdidas para limitarte, para sembrar duda y nublar tu visión, pero Dios sigue teniendo mucho más para nosotros. Tribulaciones vendrán, pero tenemos las herramientas para seguir adelante hasta que Jesús vuelva.

Si has tenido una pérdida, hoy quiero compartirte dos pensamientos:

1. Tus lágrimas no están perdidas.

Tus lágrimas son importantes para Dios. Él no sólo ve tus lágrimas, sino que también las recolecta. Es importante que entiendas que el proceso de cada uno es diferente, tómate tu tiempo para atravesar el duelo.

La Biblia nos dice que sembramos con lágrimas, pero cosechamos gozo en el tiempo correcto. Nuestras lágrimas son como semillas sembradas cuando las derramamos delante de Dios.

2. Tu refugio se encuentra solamente en Dios.

Refugio: lugar de protección o amparo que nos libera del peligro.

Cuando experimentas una pérdida, ¿Cuál es tu refugio?

Muchas veces ante situaciones inesperadas de la vida, buscamos refugio en personas o cosas incorrectas, pero si hacemos de Dios nuestro refugio, El nos restaura y conforta nuestros corazones.

Hay pérdidas que sólo pueden ser sanadas cuando estamos en Su presencia.

Aún en este mundo caído, Dios tiene el control de nuestras vidas y puede sanar nuestros corazones. Si le damos permiso, Él tomará control de nuestro duelo y de nuestras emociones.

No te rindas, deja que Dios te acompañe en tu proceso. Pon tu esperanza en Él y poco a poco podrás superar tus pérdidas.

Oración: Jesús, te pido que nos ayudes a aquellos que no hemos podido avanzar en nuestro duelo. Te pedimos que puedas cerrar nuestras heridas, fortalecer nuestros corazones, secar nuestras lágrimas, para que podamos avanzar entendiendo que en medio del dolor todavía hay más para nuestras vidas. Renueva nuestras fuerzas y danos esperanza, amén.