Un cuerpo, diferentes partesMuestra

Comunión

¿Pensaría usted que soy espeluznante si le dijera que me gusta observar a la gente durante la comunión? Está bien, sé que suena un poco acosador, pero lo hago. Y no tengo planes de dejar de hacerlo, porque las personas que pasan al frente durante la comunión son muy diferentes. Altas y bajas, blancas y negras, de sexo masculino y sexo femenino, jóvenes y viejas, introvertidas y extrovertidas, músicas y contadoras, cautelosas y arriesgadas, amantes de la rutina y espíritus libres, personalidades grandes y seguras de sí mismas y corazones grandes y compasivos.

Sin embargo, todos toman la comunión por la misma razón: «por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23). Y todos vienen a comulgar deseosos del mismo don: «porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos, para perdón de los pecados» (Mateo 26:28). Todos reciben el mismo espíritu en la misma misión con el mismo propósito. El mismo pan, el mismo vino, el mismo cuerpo, la misma sangre, el mismo Dios y la misma gracia.

Allí están una al lado de la otra, esas personas radicalmente diferentes. ¡y mírelas! Me maravillo con el arte de nuestro creador, que ama las diferentes formas, tamaños y colores. Cuando regresan a sus asientos, no puedo evitar sonreír, porque me doy cuenta de por qué lo llaman comunión.

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