Yo hago nuevas todas las cosasMuestra

Bienvenido al segundo día.

¿Cuántas veces has deseado cambiar tu realidad? ¿Cuántas veces has pensado que las cosas serian distintas si hubieras tomado (o no) aquella decisión? Si estás familiarizado con la terminología de los comics y películas sobre los “multiversos”, incluso puede que hayas pensado que, si esto fuera posible, en otro universo, tu otra versión es alguien exitoso, que no debe enfrentar lo que hoy estás enfrentando y quizás, alguien que sí le está yendo bien en la vida…

En este segundo día no tengo intenciones de que reflexiones en qué hubiera cambiado tu vida si hubieses tomado tal o cual decisión en el pasado. En Cristo, sé y he experimentado que incluso mis errores pueden ser redimidos y que no soy un fracaso; pero también he conocido de primera mano lo que significa buscar mucho mas que parchar lo que fui, y decidirme a ser la versión del hombre, o mujer, que Dios desea re crear en mi y en ti.

Me encanta la escena de Jesús, de pie, gritando ¡EL QUE TENGA SED, VENGA A MI Y BEBA!; es un llamado de atención magnífico, una voz que irrumpe el silencio de la muerte y el status quo de la vida, que te saca de la comodidad del “soy el fruto de mis decisiones” y cambia esa mentalidad a un “Puedo ser lo que Dios tiene pensado para mi”.

¿Te das cuenta de la diferencia?

Mi presente y futuro puede ser algo totalmente NUEVO. No porque lo desee o esté construyendo distinto, sino porque me he conectado a la verdadera fuente de Vida, aquella que me permite ser hecho a nuevo.

Pero tienes que reaccionar.

Jesús dice “el que tenga sed, venga a mi y beba…” es decir, no te está imponiendo ni menos te está obligando a que acudas a Él. Al contrario, en su amor, te está mostrando la posibilidad de un mundo distinto, pero no desde afuera hacia dentro, sino que desde dentro hacia afuera: “correrán ríos de agua vida…” dice Él, como si se tratara de una explosión de Gracia que viene a humedecer todos los caminos áridos que has recorrido hasta hoy.

Hoy puede ser el día en que afirmemos: Señor, he andado lejos de ti, necesito conectarme contigo, porque me siento seco. He buscado fuentes alternativas para suplir esta necesidad, pero ya no puedo más. Ya no quiero seguir intentando parchar mis carencias emocionales, ni mis traumas del pasado ni tampoco el efecto de mis pésimas decisiones. ¡Necesito que todo sea hecho nuevo en mí!

Una vez que oremos así, podemos formalmente decir: ¡Bienvenido al Reino de Dios! Hoy su Espíritu y su "agua" comienzan a llenarte y Cristo comienza a ser formado en ti. Si hemos dejado el camino a medio recorrer, entonces, lo estancado se rompe y comienza a fluir nuevamente la Vida.

Bienvenido al Reino, bienvenido a la Vida, bienvenido al mundo donde todas las cosas son hechas nuevas, desde dentro hacia afuera.