El Misterio De La NavidadMuestra

Hay muchas cosas que debemos hacer en nuestras vidas. Tenemos que lavarnos los dientes, tenemos que dormir y tenemos que comer. Puede que hasta ayudes con algunas tareas de la casa, como hacer la cama, lavar los platos, sacar a pasear al perro o tirar la basura.

Y también hay cosas que queremos hacer. Durante la Navidad, queremos abrir regalos, comernos 20 turrones y ver pelis de Navidad todo el día. 

Pero, ¿qué pasa con la adoración? ¿Eso es un DEBER o un QUERER?

Cuando pensamos en el misterio de la Navidad, que el Padre envió al Hijo, a Jesús, para ser el Salvador, eso nos lleva a QUERER adorarle. Cuando pensamos en los Reyes Magos, que siguieron una estrella para traer su ofrenda de adoración a Jesús, eso nos lleva a querer adorarle. Cuando pensamos en la vida que vivió Jesús mostrando el incomparable amor de Dios a la gente, eso nos hace QUERER adorarle. Cuando pensamos en lo que Jesús hizo en la Cruz, donde murió para tomar el castigo de nuestro pecado, eso nos lleva a QUERER adorarle siempre.

Cuando nació Jesús, ¡los ángeles irrumpieron en adoración! Había nacido el Salvador y los ángeles no podían aguantarse las ganas de adorarle. No había pasado mucho tiempo desde el nacimiento de Jesús cuando María y José lo llevaron al templo. Allí había un hombre llamado Simeón que fue movido por el Espíritu de Dios para alabar y bendecir a Dios por el nacimiento de este niño.