Por Qué Oramos Muestra

En la tierra como en el cielo

Los círculos concéntricos del quiasmo del Padre Nuestro continúan con el reconocimiento de la autoridad de Dios.

La elección fundamental es si aceptamos y confiamos en Jesús como nuestra máxima autoridad o nos apoyamos en otra cosa.

Tendemos a pensar en el cielo principalmente como un lugar donde reside Dios. Pero este versículo señala una característica esencial del cielo: es un lugar donde se hace la voluntad de Dios. Varios versículos nos dicen que Satanás todavía tiene acceso al cielo por un tiempo limitado, pero no tiene el poder de ejercer su voluntad en el cielo. Sólo la voluntad de Dios se hace en el cielo. Cuando tomamos a Jesús como nuestra principal autoridad y hacemos su voluntad, traemos este aspecto del cielo a la Tierra.

Es en la obediencia a Dios que traemos la realidad del cielo al mundo. Una de las muchas razones para evitar todos los demás dioses es que no son reales (Isaías 44:6-20, Jeremías 10:14-16, 1 Corintios 8:4). Jesús es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6). 

Cuando lo aceptamos como nuestro Salvador, comenzamos a experimentar la vida con Dios. Cuando elegimos orar y obedecer el Padre Nuestro, somos recompensados con las realidades del Reino de los cielos mientras habitamos la tierra.

El Padre Nuestro trata de reconocer y actuar adecuadamente en nuestra realidad actual. Reconoce la parte que nos corresponde en la toma de decisiones, como perdonar a los demás, caminar en obediencia a Dios como autoridad máxima y resistir la tentación. 

Reconoce que nos enfrentaremos a circunstancias que escapan de nuestro control, que debemos confiar en la ayuda de Dios para obtener el pan de cada día y superar la tentación. El Padre Nuestro nos recuerda que Dios es la máxima autoridad y que la perfección del cielo reside en la realidad de que allí sólo se hace la voluntad de Dios.

Adoptar estas perspectivas nos lleva a las actitudes que Jesús llama "benditas" en las Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña. (El Padre Nuestro forma parte del Sermón de la Montaña). Aprender a orar es un camino que nos ayuda a llegar a la mayor de las bendiciones de Dios.