[5 Conversaciones Con Cristo] Ansiedad Y Preocupación Parte 2Muestra

Nuestra mente: el Campo de Batalla 

En 2 Corintios 10:4-5 se nos dice que debemos derribar fortalezas y todo argumento que se levante en nuestra mente contra el conocimiento de Dios. También se nos dice que llevemos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo. Observa cómo el texto usa las palabras fortaleza, argumento y pensamiento. El apóstol Pablo nos da instrucciones claras sobre lo que debemos hacer. Lo primero que debemos hacer es romper las ataduras que se convierten en fortalezas. Una fortaleza se compone de muchas capas de ladrillos hasta que se completa una gran muralla. De la misma manera, muchos pensamientos que no están alineados a la Palabra de Dios pueden construir una fortaleza en nuestra mente, lo cual se convierte en un lugar fuertemente custodiado por el enemigo. A medida que identificamos qué pensamientos negativos se han convertido en una fortaleza del enemigo, podremos llevarlos cautivos a la obediencia de Cristo. Esto sucederá cuando revisemos cada pensamiento y lo escudriñemos a la luz de la Palabra de Dios. Una vez que podamos identificar todas las mentiras del enemigo, podremos derribar esas fortalezas.

¿Cómo podemos aplicar 2 Corintios 10:5 al problema de la ansiedad y la preocupación? Podemos comenzar examinando nuestros pensamientos para identificar cuál de ellos infunde sentimientos de ansiedad, estrés y preocupación en nuestro corazón. Una vez que discernimos esos pensamientos específicos, debemos entregarlos a Cristo, es decir, debemos negarnos a continuar aceptándolos como posibilidades. La mente es el campo de batalla espiritual del diablo; por lo tanto, debemos aprender a discernir y filtrar nuestros pensamientos, y si no están alineados a la Palabra de Dios, debemos expulsarlos.

Isaías 26:3 nos dice que, si mantenemos nuestros pensamientos enfocados en Dios, él guardará en perfecta paz nuestra mente. Dios puede mantener tu mente y tu corazón en paz si tu mente está puesta en él y se mantiene pensando en él.

Si te sientes ansioso, pídele al Espíritu Santo que te ayude a discernir tus propios pensamientos para ver de dónde provienen. El Espíritu Santo está a solo una oración de distancia para ayudarte en tu angustia.

Si te sientes preocupado, decide no creer en tus pensamientos, sino en la Palabra y las promesas de Dios. Busca el descanso de Dios porque en la quietud y en la confianza estará tu descanso. 

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