[5 Conversaciones Con Cristo] Ansiedad Y Preocupación Parte 2Muestra

¡No puedo escapar y tampoco puedo luchar!

La ansiedad esconde sentimientos y problemas más profundos. Es como una luz roja que se enciende cada vez que padecemos pruebas más difíciles. El temor que mora en secreto sale a la superficie cuando una persona sufre de ansiedad. El temor es la raíz de la ansiedad. No basta con renunciar a la ansiedad; debemos lidiar con el factor subyacente del temor. El temor se encuentra a nivel inconsciente y muchas veces es difícil de identificar.

Examinemos la situación que tuvo que afrontar el rey Ezequías cuando Israel estaba siendo amenazado y rodeado por los asirios. Cuando este rey oyó las palabras enviadas por Senaquerib, rey de Asiria, se rasgó las vestiduras y se vistió de cilicio. Esta práctica era común cuando alguien moría. Podemos ver el nivel de angustia que sintió Ezequías. Su pueblo estaba en peligro de muerte, no sin antes tener que soportar terribles humillaciones. Los asirios tenían a Israel sitiado y debido al asedio, los suministros de agua y alimentos de la nación estaban en su nivel más bajo.

Las únicas opciones que tenían eran escapar o esperar la inevitable derrota. De hecho, no podían escapar, porque estaban rodeados por los asirios. No podían defenderse peleando porque sabían que estaban en desventaja. Ni siquiera los egipcios habían podido resistir a los asirios. ¿Cómo podrían unos pocos israelitas luchar contra el pueblo más poderoso de todos? ¿Te imaginas una situación en la que no puedas escapar ni pelear?

Sin embargo, el Señor le había dado una palabra al rey Ezequías, a través del profeta Isaías, declarando que el rey de Asiria no triunfaría sobre Israel, sino que regresaría en total derrota a su tierra natal. «Estad quietos y ved la salvación del Señor» es lo que leemos en 2 Crónicas 20:17. Esta era la única opción de Israel. ¿Alguna vez has estado en una situación parecida, en donde no hay nada que puedas hacer más que sentarte y esperar? Es en estas situaciones difíciles en donde aprendemos que sentarnos y esperar no es lo peor que podamos hacer. Aprender a confiar en Dios proviene de la experiencia y no es hasta que aprendemos a confiar en Dios que podemos descansar en él. Por lo tanto, la razón por la que atravesamos tiempos difíciles no es solo para aprender a confiar en Dios, sino también para aprender a descansar en él.