Cómo obra la fe: Un estudio de SantiagoMuestra

¿Cómo obra la fe cuando estás frustrado?

Cuando somos niños, eventualmente vemos una caricatura en la que a alguien se le concede un deseo, a menudo por un genio en una botella. La respuesta que daríamos a esa pregunta revela mucho sobre quiénes somos y qué valoramos.

Si pudieras tener un deseo concedido, ¿cuál sería? Responde lo que se te ocurra de inmediato. Un montón de dinero en efectivo hasta lo que Pablo llama el tercer cielo, un cónyuge supermodelo que nunca peca y memoriza libros enteros de la Biblia, tener niños que no se meten en problemas y hacen que criar hijos sea una tarea fácil, suegros que actúan como bandidos y se mudan a otro planeta, salud perfecta, o ¿algo más?

Sorprendentemente, al rey Salomón se le dio la oportunidad de pedirle a Dios una cosa (1 Reyes 3). La petición de sabiduría de Salomón agradó tanto a Dios que no solo le dio sabiduría, sino que le añadió riqueza y honor para gobernar con poder.

A lo largo de la literatura del Antiguo Testamento, el valor de la sabiduría se describe como más rentable que la plata o el oro y más precioso que las joyas. Nada de lo que esperes o sueñes (incluido ese único deseo concedido) puede compararse con la sabiduría. (Prov. 3:13-15). ¿Cómo obtenemos sabiduría? Según Proverbios 2:6, Dios es la única fuente de la verdadera sabiduría, y la da generosamente a quien la pida (Santiago 1:5). La verdadera sabiduría no se consigue; se recibe como un don de Dios.

La verdadera sabiduría proviene solamente de Dios, está marcada por la humildad, fluye de la vida en el Espíritu y depende de Dios como dador de todo don bueno y perfecto (1:17). La antítesis de la sabiduría es el orgullo, que engendra un obsesivo enfoque en uno mismo y la autopromoción y que excluye a los demás.

Así como una presa bloquea el flujo de agua, también la amargura bloquea el flujo de la sabiduría. Los celos amargos y la ambición egoísta nunca conducen a la justicia, solo a la contienda. De acuerdo con las metáforas agrícolas de Santiago, la verdadera sabiduría de Dios produce el fruto de la justicia y la paz, los cuales generan un terreno fértil donde la justicia puede crecer. Dios, en su sabiduría, da de sí mismo, y hace las paces con nosotros, a través de Jesús. A su vez, tenemos paz con los demás y el carácter de Dios se reproduce en el corazón del hombre, el mismo fruto que produce una cosecha de justicia.

Un día, nuestro Señor Jesucristo regresará y estará sobre la tierra para resucitar a los muertos, juzgar a las naciones, quitar la maldición y traer al mundo bajo el pleno dominio de Su Reino. Al final, solo habrá dos culturas. El Reino de los Cielos estará marcado por el perdón, la gracia, la humildad, la sabiduría, el amor y la paz, ya que las personas cosecharán lo que el Espíritu ha sembrado. El reino del infierno estará marcado por la falta de perdón, el juicio, el orgullo, la necedad, el odio y la discordia, ya que las personas cosecharán lo que han sembrado. Hoy en día, vivimos en la tierra entre las culturas del cielo y el infierno y las decisiones diarias que tomamos, incluyendo nuestros pensamientos y motivos internos, invitan a la cultura del cielo a descender o jalan la cultura del infierno hacia arriba a nuestras vidas.

¿Cómo ha visto que la amargura (incluyendo la falta de perdón, una herida sin sanar o los celos de otra persona) restringe el fluir del Espíritu Santo y la sabiduría en tu vida?