SueñosMuestra

Supere la desesperanza mediante el sueño de Dios 

Existen dos clases de personas, según la perspectiva de Dios. Primero, aquellos que viven abrazando la tumba de la desesperanza, y segundo, los que han superado la desesperanza y viven con la esperanza de la resurrección y la vida. El filósofo danés, Kierkegaard, definió al hombre que no tiene esperanza como “el hombre que padece de una enfermedad fatal”. Entonces, ¿cuál es la razón por la que el hombre se ha convertido en un ser sin esperanza? La desesperanza llegó a la humanidad por causa del pecado del hombre. El hecho de haber rechazado a Dios ha sido un pecado imborrable para la humanidad. A consecuencia del pecado, intervino la muerte, y el terror de la muerte se ve reflejado en la sombra de la desesperanza.

Muchos viven una vida acelerada, y se olvidan del vacío espiritual y la falta de sentido. Todo parece resultar placentero, aun cuando no se piensa en el sentido de la vida. Muchas veces que se consuelan a sí mismos diciendo: “¿Qué sentido tiene la vida? Es nada más que un suceso repetitivo que consiste en dormir y despertar, trabajar y comer”. Eclesiastés 1:2-3 dice: “Lo más absurdo de lo absurdo, dice el maestro, lo más absurdo de lo absurdo, ¡todo es un absurdo! ¿Qué provecho saca el hombre de tanto afanarse en esta vida?” La muerte es algo que el hombre no puede evadir, y tampoco puede prepararse para el momento de la muerte, porque llega en el momento más inesperado. De modo que el hombre es vulnerable frente a la muerte, y vive desesperanzado por ella. 

¿Quién puede sanarnos de esta enfermedad de la desesperanza? El hombre se esfuerza continuamente para superar la desesperanza. Hay ocasiones en que estos métodos parecen ser las mejores soluciones, pero todo es en vano. El proyecto del hombre para superar la desesperanza consiste en la ignorancia, en el placer, en la filosofía, en la religión, pero la Biblia afirma: “De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos” (Hechos 4:12). 

Todo el proyecto del hombre para superar la desesperanza ha sido un fracaso. El hombre no puede, pero Dios lo puede todo. Debemos buscar a Dios para superar la desesperanza, por cuanto Dios es quien nos creó, y Dios es quien nos ha dado vida eterna. Dios, a fin de brindar al hombre esperanza, redimió el pecado del hombre a través de su Hijo Jesucristo. Jesucristo, el Hijo de Dios, cargó la desesperanza del hombre y se convirtió en el sacrificio expiatorio en la cruz. Nuestro Señor Jesucristo cargó nuestros pecados y transgresiones en la cruz para deshacer nuestra desesperanza. Por tanto, cuando uno acepta a Jesucristo en su corazón, el valle de la sombra y la muerte del corazón desaparecen. La muerte desaparece, y nuestro corazón es resplandecido por la luz de la vida y la resurrección. La desesperanza del hombre fue superada cuando Jesús dijo: “consumado es”, en la cruz del Calvario. Por tanto, no hace falta que suframos por la enfermedad de la muerte y la desesperanza, porque hemos sido sanados y tenemos esperanza por causa de Jesucristo. “Alabado sea Dios, ¡Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva” (1 Pedro 1:3). 

Jesucristo es nuestra esperanza. Podemos obtener vida y vida en abundancia si invocamos el nombre de Jesucristo cuando nos encaminamos a la muerte. El cristiano puede concebir esperanza y sueños en Él, y estar esperanzado. Esta es la única forma en que podemos recibir salvación. Supere la desesperanza a la manera de Dios, conciba a Jesucristo en su corazón, y conciba el sueño de Cristo. Ese es el único camino que nos guiará a la verdadera felicidad.