OCUPA TU LUGAR

Dios nos ha colocado en un lugar estratégico. Desde allí debemos mirar todo lo que sucede a nuestro alrededor. Debemos ocupar ese lugar con excelencia, usando los dones y las capacidades que Dios nos dio.

Jueces 4.4-5 nos da algunos detalles de una mujer del antiguo Israel, diciendo: «Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot; y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio».

Primeramente, vemos que Débora ejercía la autoridad espiritual que Dios le había dado sentada bajo una palmera. También descubrimos que ella era esposa y profetisa.

Sus funciones, por tanto, eran profetizar las palabras que Dios quería comunicarle a su pueblo, ser la esposa de Lapidot y liderar a Israel.

Muchas mujeres compartimos con Débora el rol de ser esposas. Dios nos coloca como pilar y sostén de nuestros hogares. Tenemos una gran influencia sobre nuestros hijos y sobre todos los que nos rodean.

Si nosotras estamos felices o desanimadas o cansadas, nuestro estado de ánimo repercutirá directamente sobre los ánimos de nuestra familia.

Otras mujeres, al igual que Débora, ocupan diversos roles. Son profesionales o colaboran en algún comedor o son estudiantes. En todos esos lugares, ellas son una influencia.

Quizás podemos preguntarnos qué significa ocupar nuestro lugar. Significa llenar un espacio que, de otra manera, estaría vacío de amor, de generosidad y de interés por el otro.

Otras mujeres solo ven sus limitaciones, por eso, dicen: «No puedo». Tal vez las han desvalorizado o las han descalificado. Es necesario arrancar esas etiquetas y ocupar el lugar donde Dios nos ha colocado, porque Él nos capacitará.

¿Ocupamos el lugar donde Dios nos colocó con excelencia? ¿Utilizamos nuestros dones y capacidades para influenciar a otros? ¿Cumplimos el rol de ser pilares de nuestro hogar?