Profetas, Visionarios Y SoñadoresMuestra

Esto es sólo el comienzo

En Hechos 2, podemos leer la historia de la llegada del Espíritu Santo.

La Biblia nos cuenta que se encontraban todos los creyentes reunidos en un mismo lugar cuando un viento fuerte llenó la casa donde estaban. En ese momento, todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas. 

Al ver esto, algunos judíos que estaban en la multitud se burlaron y acusaron a quienes fueron llenos del Espíritu Santo de estar borrachos. 

¿Puedes pensar en un ejemplo similar hoy en día? 

Muchas veces, nos burlamos cuando Dios hace algo fresco o usa a aquellos que son considerados como “personas menos probables” simplemente porque lo que Dios hace no encaja con nuestra teología o modo de pensar. 

Al observar que algunos judíos se burlaban de lo que estaba sucediendo, Pedro responde a la acusación con un pasaje en Joel 2:28-32, que se refiere a la profecía del derramamiento del Espíritu de Dios. 

“En los últimos días —dice Dios—,

 derramaré mi Espíritu sobre toda la gente.

Sus hijos e hijas profetizarán.

 Sus jóvenes tendrán visiones,

 y sus ancianos tendrán sueños.

 En esos días derramaré mi Espíritu

 aun sobre mis siervos —hombres y mujeres por igual—

 y profetizarán”.

Hechos 2:17-18

Esta fue la primera prédica del evangelio desde que Jesús dejó la tierra y ascendió al cielo. En el libro de Joel, los versículos apuntaban al Mesías que iba a venir; sin embargo, en Hechos, los versículos revelaban al Mesías que ya había venido. 

En ese día de pentecostés, vemos el inicio del cumplimiento de la profecía de Joel. 

¿Por qué el inicio? 

Porque ese día el Espíritu Santo se había derramado sobre ciento veinte personas en un aposento alto, pero Joel había dicho que se derramaría sobre toda carne: hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños. 

A partir de ese momento, podemos leer en el libro de los Hechos como vez tras vez el Espíritu Santo llena a personas imperfectas y menos probables. 

Hoy tenemos visiones, sueños, profetizamos y vivimos con esperanza para nuestro futuro porque Jesús cumplió su propósito para que nosotros entremos al nuestro. 

¡Y esto es sólo el comienzo! 

Oración: Jesús, te doy gracias porque por tu sacrificio puedo entrar a mi propósito. Te pido que sigas derramando de tu Espíritu Santo sobre tu iglesia y que yo pueda ser partícipe de lo que tú quieres hacer en esta tierra. Amén.