Viviendo Sin PrisaMuestra

En Dios las promesas son seguras.

Sé que a veces podemos sentir que perderemos las promesas de Dios y que mientras más tiempo transcurre quizá más nos alejemos de ellas, quizá en ocasiones veremos falsas oportunidades donde pareciera que se encaminan al cumplimiento de lo que tanto anhelamos, pero debes ser paciente y esperar la confirmación de Dios en medio de cualquier camino para identificar que sea el correcto llevándote a esa bendición.

Muchas veces hemos escuchado que el corazón es engañoso y esto es porque nuestras emociones están dentro de él y al momento de tomar decisiones no podemos mezclar las emociones, tenemos que evaluar nuestras opciones antes de tomar decisiones y eso solo podemos hacerlo con una mente concentrada en los objetivos y propósitos de nuestra vida.

Las promesas de Dios sobre nuestras vidas son seguras, Él no promete con cláusulas de contratos firmados, quiero decir que Él no promete en base a nuestra capacidad, Él promete porque se declara así mismo ante nosotros como nuestro proveedor de todas las cosas, además siempre nos anima a buscarlo primero a Él por encima de todo, cuando podemos ser capaces de ver el tiempo y el espacio con sus ojos no debe existir temor de que las cosas ocurran, en realidad las cosas ocurren cuando y como Dios planeo que pasará, no debes apresurar tus tiempos ni tus procesos pues es Él quien determina el momento ideal para el cumplimiento de todo sobre nuestras vidas. Y sé que por difícil que a veces parezca creer que Dios tiene el control, así es.

Quiero animar tu corazón a que descanses en su voluntad buena, agradable y perfecta, hay ocasiones que en lo natural ya lo has hecho todo, ya usaste tu tiempo, tus fuerzas y tus recursos para que algo suceda y si no lo has logrado hoy quiero invitarte a que dejes ahora que Dios tome la situación, hay cosas que en nuestra fuerza natural no podemos hacer hay cosas que solo le corresponde a Dios hacer, como trabajar en esas cosas invisibles, pero que anhelamos con todas nuestras fuerzas, donde llega nuestro límite comienza la fe en el poder sobrenatural de nuestro padre que nos ama.