¿Cuál es tu historia?

Por Samantha Rodriguez

“El rey Nabucodonosor, a todos los pueblos y naciones que habitan en este mundo, y a toda lengua: ¡Paz y prosperidad para todos! Me es grato darles a conocer las señales y maravillas que el Dios Altísimo ha realizado en mi favor. ¡Cuán grandes son sus señales! ¡Cuán portentosas son sus maravillas! ¡Su reino es un reino eterno! ¡Su soberanía permanece de generación en generación!” Daniel 4:1-3 (NVI) 

He mantenido varios diarios desde que estaba en la escuela primaria y hasta el día de hoy todavía me encanta leerlos. Lleno de recuerdos de la infancia, oraciones honestas, actualizaciones de la vida y garabatos de versículos bíblicos, mis diarios han sido una fuente constante de risa y aliento. Al leerlos, me siento abrumada por la gratitud por la fidelidad inmerecida del Señor en mi vida, especialmente en mis horas más oscuras. A menudo, me siento tan inspirada al leerlos que escribo otra entrada para alabar a Dios por lo que ha hecho.

Lo que vemos en los primeros versículos de Daniel 4 se puede comparar con una entrada de diario, específicamente, una entrada de diario centrada en la reflexión. La totalidad de Daniel 4 en realidad está escrita por el mismo Nabucodonosor, y escribe, en retrospectiva, cómo Dios lo humilló. Para evitar cualquier "saboteador", permítanme decirles que la manera en que Dios humilló a Nabucodonosor no fue el típico evento de hambruna o langostas. El Señor despojó por completo a Nabucodonosor de su orgullo, su poder y su cordura. Todo esto para decir, su historia fue definitivamente humillante. Sin embargo, cuando invitamos a nuestro Dios, completamente misericordioso  y completamente justo a participar en nuestra historia, toda nuestra vergüenza y humillación serán redimidas por Su amor perfecto y su perdón irrevocable.

Por esta misma razón, Nabucodonosor comienza este capítulo con mucho entusiasmo. Podemos ver el alcance de su alegría en su discurso, "A las naciones y pueblos de todos los idiomas, que viven en toda la tierra". Resulta que Nabucodonosor no solo estaba escribiendo una entrada de diario. ¡Estaba escribiendo su testimonio personal para que todos y todos lo leyeran! ¡Qué hermoso presagio de Jesucristo que vendría a la tierra y extendería la misma redención dada a Nabucodonosor al mundo entero!

Todos tenemos historias individuales como la de Nabucodonosor, historias de cómo Dios entró en nuestras vidas y nos liberó. Hemos experimentado la gracia de Dios y nos hemos rendido a Su soberanía y benevolencia; por lo tanto, ¡no hay razón para que ninguno de nosotros se avergüence de aquello de lo que Dios nos ha redimido!

Aunque compartir nuestro testimonio a menudo puede ser difícil, espero que la pasión que Nabucodonosor tenía por compartir su historia de redención nos desafíe. Que no retengamos la belleza de la gracia y el poder de nuestro Padre y la gloria de Su humilde presencia. Que podamos dar pasos de fe para proclamar con valentía la historia que Dios ha escrito en cada una de nuestras vidas individuales, porque es “por la palabra de [nuestro] testimonio” (Apocalipsis 12:11) que las tinieblas del mal serán conquistadas y la luz de Cristo se esparcirá.

PROFUNDIZA: ¿Qué revela el discurso completo de Nabucodonosor en su carta sobre la redención y la gracia de Dios?

DESCUBRE: Puede ser difícil para algunos de nosotros mirar nuestro pasado, pero debemos mirar hacia atrás para ver verdaderamente la fidelidad de Dios y descubrir nuestro testimonio. ¿Cuál es tu testimonio? Mire hacia atrás hoy y pídale a Dios que le muestre su historia bajo una nueva luz.

HAZ: Comparta su historia, o una parte de su historia, con alguien esta semana.