Cuando ser “salado” es cosa buena 

Por Danny Saavedra

“Que su conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepan cómo deben responder a cada persona. Colosenses 4:6 (NBLA)

¿Sabes qué es genial? ¡Asadores brasileños! Me ENCANTA absolutamente ir a una churrasquería brasileña estilo rodizio de todo lo que puedas comer. Tanta carne, tanta delicia. Me encanta cuando vienen los gauchos y cortan jugosos cortes de carne en mi plato, sazonados con generosas cantidades de sal de roca.

La sal es realmente vital cuando se trata de alimentos. Destaca y realza enormemente el sabor, incluso en los dulces. También es vital en la vida del creyente. En Mateo 5:13, Jesús nos llama a ser sal. Verá, la sal hace que los alimentos sean agradables y sabrosos, los conserva y los mantiene alejados de la putrefacción y la descomposición. Además, la sal se usa como antiséptico: para matar bacterias, limpiar algo, prevenir infecciones. Asimismo, Dios quiere usarnos para hacer una obra de limpieza y purificación en el mundo. Quiere usar nuestras vidas, que vivimos en y para Cristo, para matar los efectos y la infección del pecado en las vidas de quienes nos rodean.

Pero, ¿cómo quiere Dios usarnos para salar? ¡A través de nuestras palabras! El apóstol Pablo nos dice que nuestras palabras deben ser “siempre misericordiosas, sazonadas con sal”. La palabra para misericordia aquí es caridad, que significa “gracia; amabilidad; favor, como un regalo o bendición traído al hombre por Jesucristo ". Es la misma palabra que se usa para describir el favor del Señor, que Él ha extendido libremente para entregarse a Sí mismo, para derramarse por nosotros y derramarse en nosotros. Entonces, nuestras palabras deben estar llenas de gracia, palabras purificadoras que destruyen el pecado, palabras que preservan la vida y traen hermosas explosiones del sabor de la bondad de Dios (Salmo 34: 8).

Al igual que Pedro, quien nos instruyó que estemos listos para dar una defensa por la esperanza que tenemos, Pablo nos dice que sepamos cómo responder a cada persona. Pero Pablo profundiza un poco más al darnos una advertencia clara sobre las palabras que usamos. Primero, nos advierte que nos aseguremos de que nuestras palabras estén llenas de la gracia purificadora, el amor y la compasión de Cristo; de lo contrario, caerán en oídos sordos, a la defensiva y cerrados. En segundo lugar, nos advierte contra las palabras insípidas, insípidas y sin vida; básicamente, palabras débiles, decepcionantes, insalubres e ineficaces, o también llamada una mala defensa de la esperanza que tenemos. Él nos está llamando a estar saturados de la salinidad de Cristo, para que podamos traer vida, sabor irresistible y purificación a las vidas de las personas que Dios pone en nuestro camino.

PROFUNDIZA: ¿Cómo pueden tus palabras ser saladas, con el poder de purificar y realzar al mismo tiempo? ¿Cómo pueden sus palabras estar llenas de amor pero también eficaces para comunicar verdades bíblicas profundas y absolutas?

DESCUBRE: ¿Qué respuestas tienes para la gente? ¿Cómo responde a las preguntas sobre Dios, la fe, la creación, Jesús, la salvación, la resurrección, el Espíritu Santo y la Biblia?

HAZ: Comprueba la salinidad de tus palabras hoy. Considera sus respuestas a las preguntas sobre la fe. ¿Son palabras de verdad dichas con amor? ¿Tienes respuestas seguras a las grandes preguntas? Si no es así, considera buscar comentarios bíblicos, tomar un curso de apologética, hablar con tu pastor, etc.