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Llevar tu fe a las plazas

He visto ejemplos extraordinarios de laicos que han llevado su fe a las plazas a través de sus ministerios.

Charles Colson fue de la Casa Blanca a la cárcel. Cuando fue puesto en libertad, no fue liberado del ministerio. De hecho, de su experiencia surgió una visión de ministrar a los prisioneros en el nombre de Cristo, un ministerio que ahora alcanza a decenas de miles de personas en prácticamente todos los países.

Un laico llamado Wayne Alderson puso su fe en práctica en el campo violento de las relaciones laborales. Él ha viajado por toda la nación ministrando a personas en las salas de reuniones corporativas, en las minas de carbón y en salones sindicales. 

La lista pudiera incluir fácilmente a una multitud de ministerios que involucran al laicado. La Iglesia no hubiera conquistado al mundo antiguo sin el laicado. Los reformadores entendieron que para que se produjera una reforma real, el laicado tenía que ser educado, entrenado y movilizado. Martín Lutero pidió una excedencia en la universidad para dedicarse a traducir la Biblia al alemán, para que todo creyente pudiera leer las Escrituras.

La Institución de Juan Calvino se escribió originalmente como un manual de instrucciones para el laicado. Muchas de las obras de Jonathan Edwards fueron compuestas originalmente para beneficio de los que pertenecían a su congregación, muchos de los cuales eran conocidos por estudiar el Nuevo Testamento en griego mientras araban sus campos.

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios

Reflexiona en algunas maneras en las que puedes llevar a Cristo a las plazas de tu profesión.